ZARAGOZA | El Real Zaragoza comenzó la temporada de manera increíble, cosechando cinco victorias en sus primeros partidos de liga. El equipo parecía tener el gen del campeón, ese que aunque sufras te permite ganar. Diez jornadas después, la situación es radicalmente diferente. Pasan los partidos y parece que es imposible ver al Real Zaragoza ganando un partido.
Es obvio que el Real Zaragoza se ha caído. Tanto en la clasificación como en los ánimos. En las últimas diez jornadas solo ha vencido un partido y no parece que el equipo sea capaz de ganar más. Y no por juego, ya que ha tenido la victoria en su mano en muchas ocasiones. Pero desde que se está inmerso en esta racha, todo lo que puede salir mal sale mal, hasta lo que nunca puede salir mal. El equipo ha perdido gran cantidad de puntos a causa de los errores individuales. La consecución de tantos errores es síntoma de la baja confianza de los jugadores. Así como enlazar victorias hace que un equipo pueda ganar cuando menos lo merece, un equipo que nunca gana hace que pierda cuando menos lo merece.
Porque en muchos de los encuentros el Real Zaragoza ha sido superior a su rival, pero o no ha conseguido mostrarlo en el resultado, como frente al Oviedo, o no ha sabido mantenerlo, como frente al Sporting de Gijón o al Eibar. La causa más clara ha sido el bajón de rendimiento defensivo y esos recurrentes errores individuales. En el mejor momento del equipo, únicamente recibieron dos goles, mientras que en las últimas cinco fechas se han concedido siete. Pese a llamarse errores individuales, el problema es más colectivo que de jugador, pues cada jornada que pasa lo comete uno diferente.
El ataque ha ido de menos a más. Ya cuando el Real Zaragoza iba bien en la clasificación se marcaba por encima de lo que se jugaba. En el momento en el que dejó de entrar, comenzaron los problemas y las prisas. La desesperación de cara a puerta obligó a que Escribá cambiara constantemente la delantera y provocara en sus jugadores la imperiosa necesidad de buscar puerta aunque la ocasión pidiera otras opciones. El caso más claro fue el de Sinan Bakis, que se cegó con un gol que nunca llegó y como recompensa apenas jugó en el mes de octubre. Sin embargo, el míster dio con la tecla modificando el esquema para hacerle un hueco en el centro a Maikel Mesa. Antes de ese cambio, desde que comenzó la caída del Real Zaragoza, el equipo solo había visto puerta en dos ocasiones. Pero tras el partido del Sporting, el equipo enlazó tres jornadas seguidas anotando. Y aunque frente al Oviedo no se celebró ningún tanto válido, el equipo debió marcar 2 goles según la estadística de goles esperados.
Lo cierto es que la plantilla del Real Zaragoza tiene la calidad necesaria para salir adelante aunque varios de los fichajes no estén rindiendo al nivel esperado. La mala situación y la consecuente caída es un motivo más anímico que deportivo que se debe solucionar cuanto antes. Y todos sabemos cual es el remedio más rápido para que los jugadores reavivan esa confianza. Si es el más efectivo a largo plazo lo tendrá que considerar la directiva.