En los últimos meses el Real Zaragoza es la casa de los líos. Al cierre de un convulso mercado de fichajes se van añadiendo los diferentes capítulos en la venta del club. Grupos y fondos de inversión interesados, mensajes filtrados a medios de comunicación con intención de favorecer a una determinada vía. A todo esto, la situación deportiva -que no es nada halagüeña- parece quedar en segundo plano.
Por si fuera poco, ayer, durante la comparecencia del entrenador, el zaragocismo se enteró de que su fichaje estrella en el mercado invernal, el refuerzo necesario para paliar la falta de gol, no podrá jugar mañana en Butarque.
Sabin Merino, llegado en propiedad y a coste cero desde el Leganés para las próximas tres temporadas y media, no podrá enfrentarse a su exequipo por una ‘cláusula del miedo’ que ambos clubes acordaron en la operación. Si inusual es que se fije este tipo de condición en un acuerdo de traspaso (sí suele ser habitual en las cesiones), todavía lo es más la forma en que JIM lo ha comunicado en rueda de prensa. Entre risas, quizá nerviosas, anunciaba que Sabin Merino, el ’10’ que pertenece al Real Zaragoza, no será de la partida ante el Leganés.
La manera en que el entrenador alicantino ha transmitido la noticia, con cierta incomodidad, puede hacer sospechar bien que él no sabía que Torrecilla hubiera negociado esa cláusula, bien que se trate de una cuestión que no es de su agrado. Puede tratarse, quién sabe, de la primera crisis del matrimonio JIM-Torrecilla. Ese enlace sobre el que bromeaba el director deportivo en su comparecencia para explicar el cierre del mercado. No se le debió de ocurrir que ése era el día idóneo, no para chanzas, sino para hacer saber a periodistas y aficionados que Sabin no podría enfrentarse a sus excompañeros pese a ser, a todos los efectos, jugador de la plantilla del Real Zaragoza.
Pero lo peor es que ya a nadie sorprende este hermetismo, esa falta de transparencia que reina en el seno del club maño. Quizá es que pedimos mucho, conocer al detalle lo que ocurre en el club de nuestra ciudad, en manos de quién está, qué va a ser de él. Pero claro, ya lo saben, esto no es la NBA.