ZARAGOZA | El Real Zaragoza logró un triunfo pleno en su estreno en La Romareda. Mario Soberón fue el guía de la victoria, con dos remates que aclararon el camino, un pasillo entre las aguas. Después, Francho Serrano culminó la goleada con un zurdazo seco, angulado, inapelable. Fue una victoria redonda, basada en un mecanismo coral y en un engranaje que funciona en tiempo récord. Víctor Fernández le añadió un matiz a su obra: ante el Elche el Zaragoza puso la primera piedra de su fortaleza.
Gaëtan Poussin (6´5): Sobrio, seguro y confiado. Ha espantado sus fantasmas y juega arropado por un equipo sólido e implicado. El Elche apenas le inquietó, pero el francés resolvió sin dudas.
Iván Calero (8): Completo, infatigable y preciso. Se aplicó en la marca de Nico Fernández y una vez que guardó su parcela, decidió ganar la banda. La huella quedó registrada en todos sus avances y, sobre todo, en sus centros. El mejor lo remató Soberón, que hizo suyo un caramelo.
Bernardo Vital (7): La Romareda le sentó bien y dominó todos los registros defensivos. Anticipó, saltó líneas de presión en conducción y lideró al equipo a través de su carácter. Su fútbol está hecho de personalidad. Y parece ya una certeza.
Lluís López (6´5): Aplicado, correcto en todo lo que hace. Ha alcanzado la regularidad que siempre se le pidió y su buen tono ha dejado de ser noticia. Fiable.
Dani Tasende (9): Llenó el partido de registros, de carreras y de promesas. En la segunda mitad, consiguió trasladar el eje del juego a su carril. Firmó una exhibición en ese punto y formó una gran sociedad con Adrián Liso y con todos los que aparecieron a su lado. En el tramo final, pareció magullado, pero disfrutó tanto que hubiera querido seguir jugando hasta el día siguiente.
Marc Aguado (7): Se pareció al futbolista que asomó en Cádiz y al mediocampista que el Zaragoza espera desde siempre. Hubo algunas sombras en su inicio, pero encadenó tres acciones positivas que cambiaron por completo su partido. Hizo pie y a partir de ahí, consiguió que el Zaragoza se hiciera con el control de todo, sin tener el balón todo el tiempo.
Keidi Bare (7´5): Llenó el partido de energía. Su despliegue mostró sus virtudes: las condiciones de un mediocampista total. Ganó duelos, llevó el balón de un lado a otro y acampó en campo rival. Su lesión preocupa a todo el mundo: ahora mismo, nadie parece tan importante en el plan colectivo.
Sergio Bermejo (5): Discreto, sus mejores huellas quedaron registradas en el único centro que dio bueno y en algunas disputas triviales. Perdió 10 balones en 23 toques del cuero. La afición premió su trabajo, pero sigue pareciendo poca cosa para un 10 del Zaragoza.
Adrián Liso (8): Rápido, decidido, en carrera es toda una estampida, un velocista sin frenos. Agitó el partido y levantó a la grada con acciones que solo están a su alcance. Pudo marcar, pero la mejor noticia es que está madurando su fútbol, que evoluciona a la velocidad de la luz. Y si ha sido capaz de conseguirlo en solo 16 partidos, cuesta adivinar cuál será su techo.
Mario Soberón (9´5): Oportunista, intuitivo, marcó dos goles en solo 25 contactos con la pelota. Necesitó dos disparos para ganar el partido, en jugadas que muestran sus virtudes. Huele la sangre y está siempre en el sitio en el que pasan las cosas. Sin ser todo el tiempo el mejor, es siempre el más listo.
Cambios del Real Zaragoza
Francho Serrano (8): Salió con hambre, espoleado por el cariño de la afición, con ganas de comerse el mundo. Y rompió la escuadra con la izquierda, en el mejor gol de la tarde. Su sitio es el de un llegador, de un jugador imprescindible. De momento, parte desde el banquillo, pero todo indica que será un recurso pasajero. Nadie ha aprovechado como él su tiempo y ningún gol se celebra tanto como los suyos.
Iván Azón (7): Volvió a abrir en canal el partido y el poste le impidió celebrar el gol que tanto busca. Parece cómodo en el papel de agitador. Desordena los partidos, propone desmarques y amenaza con sus remates. De momento, apunta más de lo que dispara, pero sigue siendo el argumento ideal de las segundas partes.
Toni Moya (6´5): Suplente por cuarta vez en el curso, le dio fluidez al juego y vuelo al equipo. Intentó una obra de arte y estuvo correcto en las batallas más cotidianas.
Adu Ares (6´5): Descubrió que en su juego hay una marca registrada. Su eslalon de izquierda a derecha le permitió buscar la portería dos veces. Le faltó tino en sus disparos pero todo indica que tiene ese gol en sus botas.
Marcos Luna (6): Volvió a ser un recurso útil, una solución para la banda derecha. Se alió con Calero y el Zaragoza encontró los goles por ese perfil.
Entrenador:
Víctor Fernández (7): El partido era una batalla generacional, un duelo en la pizarra. Víctor Fernández le venció a Eder Sarabia de una forma incontestable y le dio a su equipo una mezcla ideal. Calma para guardar la posición y vértigo a la hora de buscar las ocasiones. Soberón marcó el camino y Francho Serrano le añadió un gol más a su banquillo. Venció la experiencia y un fútbol directo a la yugular, con ataques cortos y concretos. Ganó el Zaragoza y Víctor Fernández puso las bases de su fortaleza. La Romareda fue, en el primer partido de un año especial, la casa del líder.
No se comprende cómo un jugador con tan poca aportación como Bermejo, y que incluso llegó a pertenecer durante unos días a otro equipo por no tener sitio en el nuestro, puede ser titular por delante de otros jugadores. Sobre todo después de cuatro años en la plantilla, en la que ya sabemos lo que ha sido capaz de dar.