La aragonesa Nieves Gil y la madrileña Lucía Guichot han hecho historia en una de las montañas más míticas en la historia del alpinismo. El pasado jueves hicieron cima en el Eiger por su cara norte. Se trata de la primera cordada femenina española en conseguirlo. Este pico de 3.970 metros de altitud tiene en su sombría cara norte, también llamada Nordwand, una fecunda historia muchas veces ligada a la tragedia. Allí pereció la cordada más importante del alpinismo aragonés que conformaron Rabadá-Navarro, en agosto de 1963.
Y también esa pared deja momentos importantes. En este caso con la cordada conformada por la chesa y la madrileña. Nieves Gil es Agente de Protección de la Naturaleza en Canfranc y Lucía Guichot es guía de montaña en los Alpes donde se prepara para ser UIAGC. El hecho de que sea la primera cordada española en subir la norte del Eiger le da la justa importancia que tiene. Es más, hasta le llega a restar cierta importancia “consciente de que otras chicas la podían haber hecho antes si se hubieran dado las circunstancias. Sí que me hace ilusión para que la gente vea que no necesitamos ayuda, porque a veces si vas con un chico parece que él tiene que hacer los largos dudas. Antes estuvo Laia Duaigües en una mixta, pero estoy convencida de que con otra chica la hubiera subido igual”, explica Nieves.
La semana en la que consiguieron la cima fue un tanto especial. No solo porque había muchos montañeros -unos italianos les taponaron un poquito la marcha-, el viernes la austriaca Laura Tiefenthaler hacía cumbre en solitario lo que la convertía en la tercera mujer del mundo en hacerlo y el sábado era la cordada de Carlos Suárez-Scott Becker quienes veían los Alpes a 3.970 metros de altitud.
La aragonesa Nieves Gil se formó durante dos años en el Grupo de Tecnificación de Aragón. Allí empezó a tener los primeros contactos con el alpinismo y el rescate glaciar. Eso se solapó con el equipo femenino de alpinismo de la FEDME con Marc Subirana de director y donde se encontró con Lucía Guichot, y otra aragonesa, Paola Cabestany.
A los 18 años, cuando estudiaba en la Universitat de Lleida ingeniería de montes empezó a escalar en roca. Poco a poco se orientó hacia el alpinismo. Los tres años, cuatro por la Covid, en el equipo nacional de alpinismo forjó su carácter y estilo como escaladora. El curso terminó en Nepal, en el valle del Rolwalin, donde ascendieron al Chekigo (6.257m) por su cara sur.