Acometiendo al rival como nunca pero sin lograr perforar su meta, los revulsivos azulgrana aventajaron a un Huesca que perdió a Melero para la fase más crítica del choque, y no lo pudo remediar.
Rubi no quería dar pie a la duda. El listón de Almería quedó alto y, ante su afición, el Huesca salió a comerse el mundo. Lo hizo desde el principio, lo tenía muy claro. Asombró la primera mitad azulgrana, sobre todo tras los diez minutos iniciales. Ahogó al Reus y llevó a cabo a la perfección la presión tras pérdida que tan eficaz resulta, situándose en su totalidad en terreno rival, hasta los centrales. Un Huesca dominante por cómo se dispuso sobre el verde, por la velocidad a la que ejecutaba y por la actitud mostrada.
En ningún momento le dio opción a un Reus que no sabía cómo sacudirse el miedo. Los azulgrana no dejaban girarse a los de López Garai cuando recibían de espaldas, cuando el cuadro catalán intentaba salir. Sin embargo, sí pudieron lograrlo, aunque en escasas ocasiones, desde su medular con el toque de Ledes y el recorrido de Borja, algo que en el segundo acto se acrecentaría.
El Huesca se mostró muy incisivo en banda, potenciando la derecha, juntando a Akapo, Sastre y ‘Cucho’ en el mismo costado. Lo más buscado, los centros, siendo los tres diestros y protegiéndose tanto el Reus por dentro. Por eso mismo, prácticamente ninguna de las ocasiones de las que dispusieron los azulgrana, que fueron muchas, fue clara. Se pisó área continuamente y se conseguía desequilibrar por fuera mediante un rápido juego asociativo, pero nada era materializado con claridad.
Se exageró el primer tiempo realizado ante el Lorca pero el rival no permitió tantas concesiones. Una de las notas más positivas fue el rendimiento de Rulo, súper capacitado para superar en conducción, sin necesidad de pasarla para no perderla. Un filón muy útil para un Huesca, el de Rubi, que juega con un nivel de confianza altísimo. Y es una gran noticia, porque eso gana partidos. Esta vez, estuvo a punto.
En la segunda mitad, no es que el conjunto oscense acusara el cansancio del pasado sábado, sino que padeció el rendimiento ofrecido en el primer acto. Pero Rubi se la jugó, para bien. La mordiente adquirida con Vadillo y Gallar propició abrir la lata, lo que tanto había costado. No obstante, y aunque resulte extraño decirlo, ocurrió demasiado pronto. Entonces, López Garai se atrevió y el Huesca que hasta entonces estaba participando, desapareció.
Muchos problemas para sujetar el terreno. El equipo tarraconense acumuló gente en la parcela ofensiva y produjo un fútbol vertical y desenfadado cuando tenía el esférico. Los locales cada vez lo perdían antes y con más facilidad y se atisbaba que peligraría el resultado, como terminó sucediendo. Un 3-4-3 formó López Garai, centrando hasta a 3 atacantes, cerrando también con 3 atrás y abriendo el campo.
Con Aguilera sobre el verde, el técnico azulgrana alternó a Vadillo y Gallar en los últimos minutos para cerrar mejor los carriles por fuera, por donde el Reus (hasta 6 empates en 9 encuentros) acechaba. Pero, sin Melero, cualquier faceta que tenga que ver con conservar una ventaja se antoja más complicada. De todos modos, no hizo nada extraño el Huesca para desmerecer su propia victoria y para que el rival le empatase, por lo que, eso, sólo queda dejárselo al fútbol.