El Albacete le planteó al Huesca el partido más complicado al que se han enfrentado los azulgrana hasta la fecha. No por superarlo, no por dañarlo, sino por impedirle desarrollar el fútbol al que está acostumbrado. Porque los de Rubi se encontraron con un esquema que les resultó familiar pero que ejecutó de forma contraria al experimentado. En León, el conjunto oscense se encontró con el peculiar 3-5-2 de la Cultural, un sistema cuyo objetivo reside en la posesión del esférico, en la rápida asociación, en atacar mediante él. Todo lo que no pretendía Enrique Martín.
Los locales formaron con un claro 5-2-1-2 que maniató al Huesca cuando quería salir jugando. Blancos sobre azulgranas, tres centrales sobre ‘Cucho’ y ningún visitante que ocupase al ancho carril interior que se daba lugar a la espalda de los pivotes del ‘Alba’. Los de Enrique Martín presionaban arriba igualando hombre a hombre a un Huesca cuyos extremos debían ocupar los pasillos interiores para apoyar, mostrándose más móviles y pudiendo juntarse a ‘Cucho’. Que no fuese este, el colombiano, quien tuviese que retrasarse continuamente, como ocurrió, sin poder posteriormente atacar de forma idónea.
Ni Vadillo ni Gallar, que se alternaron posiciones constantemente, se metieron dentro para provocar señal de alamar en la medular manchega. Ocasionar que uno de los centrales saltase de zona o que el mediocampo del Albacete tuviese que estar pendiente no solo de mirar enfrente. El ’11’ y el ’17’ fueron cambiando sus costados; ni ampliar el terreno era opción factible ni que jugasen a pierna cambiada, eficaz. No hubo rastro de maniobra alguna que agitase al ‘Queso Mecánico’, cuyos ajustes ahogaron a un Huesca que vivió incomodísimo durante todo el primer acto y al que salvaron los palos.
La presión local se desvaneció poco a poco, fruto de la exigencia, y el centro del campo azulgrana, desaparecido y prácticamente sin función en la primera mitad, pudo encontrarse e intentar generar algo de provecho con balón. No obstante, ni Sastre ni Melero lo lograron, aunque el partido se estiró. ‘Cucho’ aportó mucho dinamismo y participación en el costado derecho; ‘Chimy’, no delantero nato, se movió bien por dentro y Rulo anticipaba la profundización.
En un choque más abierto, sin embargo, el Huesca estuvo impreciso con el cuero. No supo encadenar posesiones largas para poder asentarse y calmar los ánimos de los blancos, ni fluir asociándose ni armar algún contragolpe que resultase efectivo. El Albacete no se situó tan arriba como al comienzo pero inquietó más que anteriormente, sobre todo con el acoso de Bela a Pulido. Además, las numerosas faltas e interrupciones de ambos bandos tampoco permitían una ligera circulación del cuero.
Los de Rubi no se encontraron, y tampoco tras renovar toda su parcela atacante. Con Rescaldani quizás se pretendía ganar presencia ofensiva y con dos futbolistas como ‘Cucho’ y ‘Chimy’ ofreciéndole posibilidades por detrás, pero en ningún caso se consiguió. El estilo de este equipo y su entrenador se basa en la importancia de los centrocampistas; además de creadores, también influyentes y decisivos. Pero alineando a tres, no puede únicamente existir un recambio. Y en el Belmonte se notó, sobre todo en cuanto al desequilibrio. Al Huesca le falta uno.