La dificultad que sufrió el catalán a la hora de proteger su parcela, pues no es el adecuado para ello ni se le parece, desembocó en una sucesión de salidas a destiempo que todavía destacó más a causa de la incertidumbre que despierta Rubi.
Primer partido y primeros errores. La SD Huesca cayó en Soria por no defender bien. Y defender bien no significa que los defensas realicen una gran actuación y detengan constantemente la ofensiva rival, sino que atiende a cómo se afronta cada situación sin balón en cada parcela del terreno. Y el Huesca lo hizo verdaderamente mal. Para más inri, ni atisbo de una trabajaba salida de balón ni, mucho menos, del ‘prés-pérdida’ -presión tras pérdida-.
Sastre fue el elegido por Rubi para cubrir la ausencia de Aguilera, y formaría junto a Melero en el doble pivote. El Numancia se ocupó durante la totalidad del choque de machacar la zona de actuación del ’22’, haciéndole sufrir. Los balones en largo siempre buscaban su cabeza para que no la contactara -sin juego aéreo, le ganaba la partida Del Moral- y ahí, ante su indecisión, su escasa eficacia defensiva, su corto recorrido y su pobre carrera hacia atrás, los errores de Carlos David destacarían como consecuencia. Faltas constantes -y vistosas- del ‘4’, que llegaba tarde y mal y que terminó expulsado. Lógico.
El zaguero azulgrana siempre saltaba para acometer a Del Moral y a un Pere Milla que siempre se acercaba a la zona para igualar numéricamente y conseguir salir. Ambos destrozaron al Huesca en ese sector. Si la mirada de los arietes locales no era vertical, el propio Del Moral contactaba con Marc Mateu en banda y entre ambos -inoperancia de Sastre y pérdida de posicionamiento de Carlos David incluido- superaban a un Alexander poco acostumbrado a participar en esa posición y peor defensivamente que su homólogo.
Porque Akapo fue el lateral izquierdo. El ecuato-guineano, sin su potencial -restado por dicha posición-, colocado por detrás de Vadillo. Entre ambos no lograron hacer nada. Todas sus intervenciones de primeras se perdían al jugar a banda cambiada y, así, ni el primero podía doblar de forma eficiente al segundo ni Vadillo tener el apoyo necesario y certero de Akapo por fuera. Y todos los balones terminaban saliendo por la cal.
Ni con balón pudo Sastre rehacerse. Queriendo participar siempre en salida, siendo él quien la llevara a cabo, en ningún momento se compenetró con Melero, estorbándose ambos. O ocupaba el propio espacio del ‘8’, acerándose en demasía, o no se lo aclaraba -como si le defendiese, y atrayendo marcas- cuando el propio Melero tenía el esférico e intentaba avanzar. Además, la posesión del de Binisalem era demasiado estática para poder progresar con el suficiente ritmo por tal de superar terreno.
El gol en contra llegó en otra de las numerosas ocasiones en las que el Numancia dañó por su carril del ’10’. Un inmenso espacio de ausencia de talento defensivo azulgrana, donde muchos minutos antes ya se presumía la ventaja local. Ya no actuaría más Sastre por la parcela que tanto daño le estaba haciendo cuando se alternó con Melero, cuando ingresó Pulido (56′ por Camacho). Un 4-4-1 en el que Gallar y Vadillo participaron algo más por dentro aunque con la imperiosa necesidad de poseer laterales muy ofensivos que se proyectaran en ataque -y no se dio-.
Y Rubi quitó a Melero -el más capacitado para sujetar el flanco que acosaba el Numancia, el del ’10’- por un delantero, Rescaldani (73′). Ahí Sastre fue el pivote único (4-1-3-1) y ‘Cucho’ el enganche antes de que entrase ‘Chimy’ Ávila y saliese Vadillo (80′), cuando fue el argentino el mediapunta y ‘Cucho’ pasó al costado izquierdo. Unos últimos movimientos que no fueron suficientes.
Rubi había patinado con el once -inentendible lo de Akapo en el lateral izquierdo- y se nubló con el paso de los minutos, dando la sensación que corregía y se equivocaba prácticamente a la vez y de forma inconsciente. El Huesca, sin Aguilera, necesitó a Melero -o como mínimo no a Sastre- en el carril del ‘1o’ local y a laterales ofensivos proyectados -Akapo y Rulo, y no Alexander y Akapo- a pocos minutos para el final y en desventaja y con Gallar y Vadillo ocupando zonas más interiores.