Los azulgrana salieron victoriosos del duelo dominical por partida doble: en el resultado y en haber conseguido, en principio, conjugar y compenetrar una medular deseada por su técnico y que por primera vez no ha caído.
La SD Huesca sigue creciendo. Ante el Valladolid, lo hizo sin Vadillo ni Gallar pero con Rescaldani en punta, con la movilidad por dentro de ‘Cucho’ y Ferreiro y desde un centro del campo que tiene de todo, aunque tras el triunfo parece más blanco que negro. Rubi insiste en su idea de jugar con un pivote y dos interiores en un esquema determinado por eso mismo; por cómo se sitúan sus centrocampistas. Los azulgrana, de igual modo que en El Sadar (aunque no pudieron realizarlo) o en León, formaron con un engañoso 4-3-3. Un sistema en el que los extremos actuaron en posiciones mucho más centradas, más dados a las plazas que ocupan en un 4-2-3-1, poblando más si cabe la medular.
La intención inicial no consistía en llegar a Rescaldani, sino en que este se relacionase con los que tenía por detrás (Ferreiro y ‘Cucho’ en mayor medida y Melero y Sastre en menor); así se fraguó el gol del triunfo. El gallego y el colombiano se asociaron mucho por dentro, aportando una gran movilidad a la medular azulgrana. Ferreiro lo hacía en horizontal mientras ‘Cucho’ buscaba superar por potencia en diagonal. Ambos, muy influyentes, reforzaron el juego de un Huesca solo amenazado por Hervías y grandioso atrás.
El cuadro altoaragonés realizó dos salidas con el esférico distintas o, al menos, tenía una para cada una de las dos situaciones en las que podía combinar desde su propio terreno. Si iniciaba Remiro, Akapo estiraba, Pulido y Rajko se situaban en los costados del área y, Jair, enfrente del meta. Si el balón, en jugada rodada, le pertenecía al Huesca en su campo, ahí aparecía Sastre (ocurrió en contadas ocasiones) y Aguilera ocupaba la zona de interior derecho o la parcela del mediapunta, incluso llegador cuando su equipo profundizaba.
La finura del intermitente Rescaldani salió para dar entrada a Alexander (61′), que se situó en la banda derecha, desplazando a ‘Cucho’ al centro del ataque. El venezolano le aportó al Huesca todo lo que necesitaba estando en ventaja y con todavía el tiempo por disputarse suficiente para encontrarse con algún contratiempo. Blindó el carril derecho en defensa y, con balón, desahogó a los suyos: superando por su costado, estirándolo, y asociándose. Actuó de forma muy coherente, algo que durante mucho tiempo se le demandaba.
Alexander se tornó en la vía de escape de un Huesca retrasado que sufría por mantener su ventaja, más todavía cuando era incapaz de encontrar a Vadillo (por Ferreiro en el 75′), o que éste se encontrase con el resto del equipo. En esas, Luso (por Melero en el 80′) aportó oxígeno a una medular castigada y que logró no desfallecer.
Con el paso de las jornadas se va experimentando qué pueden aportar, por ejemplo, Rescaldani o ‘Cucho’, quienes se han ido alternando la posición del ‘9’. Dos figuras completamente distintas. El colombiano siempre parte de inicio pero el sitio que ocupe depende de la participación del argentino. Todavía está por desentrañar qué es más beneficioso para el equipo. Sin embargo, si algo queda claro ya es que Rubi quiere, primero, a Sastre y, después, un equipo en el que el balear participe y que además tenga todos los contenidos para que no deje de ser competitivo, que acumule mucho balón y que sea más incisivo que nunca en campo contrario.
Porque el Huesca ya ha cambiado. Ha pasado de basarse en una excelente pareja de pivotes (Aguilera y Melero) que ganaba partidos (Samu Sáiz al margen) a querer ser algo más, algo que no contempla la figura individual de un genio capaz de (casi) todo, sino que pretende un centro del campo que resulte el pilar principal de todo el conjunto, y donde Sastre tenga voz. Complejísimo y, ¿factible?