Vencer goleando y sin conceder. Que todo funcionase y que nada se resintiese. Un óptimo rendimiento. Como dijo Rubi, todo salió de cara, pero es que su equipo puede llegar a resultar imparable.
Con aparente solvencia. Como si no costase. Sin ejecutar una presión alta y situándose en un bloque medio-bajo, en ocasiones en el habitual 4-1-4-1 (el 4-3-3 en defensa) y, en otras, emparejando a los centrales rivales con Melero o Sastre (4-4-2). Daba igual cómo fuese porque el Huesca siempre encontraba ventajas a la hora de defender. Y si se supera sin balón, imagínate con él.
Quizás el mínimo resquicio de duda podía originarse en no poder contar con Brezancic y en no optar por Rulo. Akapo tuvo que ocuparse del lateral izquierdo, y aunque le limite ofensivamente a él y lastre al equipo cuando practica el juego de posición en terreno rival, sin poder contar con un hombre profundo y de desborde, el Huesca ganó a un activo en defensa que, al ser diestro, jamás fue superado por dentro. Y como en ataque no se le planteó un contexto cerrado, tampoco lo necesitó.
El conjunto oscense fue muy superior, con detalles de jugón y con Vadillo y Gallar participando mucho por dentro. El gaditano, incluso veniendo a recibir, y el catalán, metiéndose en zonas interiores para que cualquier centrocampista le encontrase y batir, así, líneas con suma facilidad. Porque precisamente fue eso lo que el Huesca no permitía. A la hora de defender, los tres hombres de dentro no se separaban y los dos de banda cerraban cualquier pasillo interior, coartando la libertad del talentoso e inoperante Pozo.
Paciente. Sin prisa alguna. Sabedor del desequilibrio poseído que posteriormente liquidaría al rival. El Huesca ejecutó a la perfección sus transiciones ofensivas, y aquellas que no se saldaban con inmediatez, se tornaban en ataques pausados cuyos jugadores ya dominan. Transiciones que Gallar olía de forma extraordinaria, que ‘Cucho’ transformaba en posibles y que Aguilera y Melero -qué extraño, ¿no?- producían, a veces con un único toque, como en el primer tanto. No es casualidad.
No había lógica para el cambio, para las modificaciones, por lo que Rubi esperó a que pasara el tiempo mientras su equipo podía incrementar más si cabe su amplia ventaja. Luso dio descanso a Melero, ‘Chimy’ a ‘Cucho’ y Ferreiro sustituyó a Vadillo.
Una patente sensación de superioridad, que no es nueva y que tiene pinta de incrementarse. Porque ahora no solo destacan algunos, sino que lo que predomina, es el bloque. Los hombres de negro arrasaron El Mediterráneo, y no se trató de ciencia ficción.