La Copa no hace efecto hasta que llevas unas cuantas rondas. Vuelve al Alcoraz un torneo que se ha portado muy bien en las dos últimas ediciones. El superar algunas eliminatorias acarrea premios superiores como el Barcelona o el Villarreal. Y si no, tampoco pasa nada. Es una competición, salvo sorpresa, tan breve que no condiciona la Liga, lo que de verdad importa, ni concede tantas oportunidades a los menos habituales en el campeonato regular.
Así que el partido de esta tarde con el Girona ofrece como principal estímulo medir el estado físico y mental de los futbolistas que aún no hemos visto. Los onces planteados por Anquela en los tres partidos oficiales están todavía abiertos a modificaciones. Sin ir más lejos, el del derbi de La Romareda incidió en la sensación de que es un equipo en fase de estudio en varios puestos. Algunos titulares pueden dar más de sí, tienen vetado acomodarse y los de atrás poseen el derecho a aspirar a la primera fila. Pocos pueden sentirse ahora mismo imprescindibles.
Quizá, el principal estímulo de la Copa resida en saludar a Álvaro Vadillo. La incorporación azulgrana más ilusionante ya debutó ante el Real Zaragoza, pero apenas le dio tiempo a dar palmadas de ánimo a sus compañeros después del 1-0. Hoy sí se pondrá bajo la lupa para analizarse si ya puede tirar del carro o todavía necesita un periodo razonable de adaptación. Junto a él, otros nombres que apetece ir descubriendo son los de Melero, Akapo, Brezancic y Queco Piña, refrescar a Iñigo López y Valentín y aguardar la reválida de Cmiljanic.
El Girona también tirará de sus ‘caras B’, por lo que esta Copa del Rey sirve para que unos y otros comparen sus fondos de armario. El sistema de competición es fratricida con los equipos de Segunda hacia abajo. Si algo tiene de bueno es el poco desgaste a partido único y el ‘otra vez será’ en caso de derrota, sin dramas. Ni siquiera da para probar variantes durante demasiado tiempo, y el Valladolid nos separó de la posibilidad de otro derbi en la tercera eliminatoria. Ojalá se superen cruces y aumenten las ilusiones y las taquillas, y para la reflexión de los mandamases del fútbol quede cómo hacer más apetecible este formato pensado para los grandes.
Caramba, parece un equipo nuevo con estos 7 jugadores. Sí que es ciertoo que se pueden hacer probaturas, poner caras nuevas… pero todos de vez me parece un poco exaerado.
De acuerdo con tomarse la copa con cierta tranquilidad, pero no es cuestión de tirarla por la borda.
Un equipo en construcción, con tantas caras nuevas y no compenetradas, es un riesgo de salir esquilado. Cuidado, el contrario no es un cualquiera y no vendrá de campo y playa. Por tanto, si queremos seguir adelante y no dejarlo correr convendría hacer una alineación coherente: caras nuevas, sí; cambios, sí. Pero todos de vez… no es aconsejable.
Justamente por no ser exigente, porque no se pierde nada si caes eliminado, es bonito pensar en seguir adelante (eso sí, sin recargar a algunos jugadores) hasta donde se pueda. Y ya sabemos que el premio pude ser muy gordo.
Jugadores nuevos, frescura… sí, pero con moderación.