El Real Zaragoza le ha vuelto a ver -como es costumbre cada año- las dos caras a la Segunda División. El equipo maño ha pasado en 13 jornadas de ocupar la segunda posición a ocupar la séptima, a 12 puntos del líder. El equipo maño tuvo varios matchballs para afianzarse como único perseguidor de un Cádiz que sigue intratable. Sin embargo, los últimos dos meses han sido una hecatombe. Una agonía continua. Una sola victoria en ocho partidos han dado una dosis de realidad tanto al Zaragoza, como al resto de equipos que subestimen a la Segunda División. Pero esta mala racha no ha sido, ni mucho menos, casualidad. El bajón de los jugadores diferenciales del Real Zaragoza ha provocado que el conjunto maño sea incapaz de encontrar la identidad y carácter que le caracterizó al comienzo de la temporada.
Con detalles pero sin continuidad
La llegada de Shinji Kagawa a tierras aragonesas supuso una auténtica revolución. Un bombazo inesperado que ni el más optimista hubiera imaginado. Su presentación, una de las más multitudinarias de la historia del Real Zaragoza, fue la muestra de la ilusión que traía consigo el japonés. Una ilusión que aumentó todavía más en sus diez primeros minutos sobre el césped. Los jugadores del Tenerife parecían perseguir una sombra inalcanzable. Kagawa hizo lo que quiso, zarandeó al Tenerife y jugó con él hasta dejarlo K.O. Ante la Ponferradina marcó el gol del empate y fue el mejor del equipo. En los siguientes partidos siguió en su tónica. Intermitente pero determinante. Marcó contra el Extremadura y volvió locos a los centrocampistas del Alcorcón.
Sin embargo, a partir de entonces, su rendimiento ha ido empeorando. Como el rendimiento del equipo, que desde la victoria ante el Extremadura sólo ha conseguido una victoria. Los rivales han encontrado la forma de neutralizar a un Real Zaragoza necesitado del japonés en la faceta ofensiva. A través de la acumulación de jugadores en el carril central, los rivales han provocado que el nipón apenas haya intervenido en las últimas jornadas. En el partido ante el Sporting, Kagawa tuvo que retrasarse hasta la línea central para ser él el encargado de iniciar las jugadas de ataque. Una tarea destinada al resto de mediocentros y que provocó que Luis Suárez se convirtiera en un espectador más, incapaz de recibir un balón entre la maraña de rivales que le rodeaban.
El otro James Igbekeme
La llegada de James Igbekeme fue una de las sorpresas de Lalo Arantegui. Tras descender a tercera división portuguesa, la carrera futbolística del nigeriano podría haber acabado de no ser por Lalo. Su fichaje fue una incógnita para los aficionados, aunque tan sólo bastaron unas jornadas para ver que en James había un jugador destinado a marcar las diferencias. Su continuidad en verano peligró ante las ofertas que llegaron de equipos de LaLiga Santander e incluso de otros equipos extranjeros. Pero se quedó. Y se celebró como un fichaje más.
Tras un inicio marcado por las continuas molestias, Igbekeme ha vuelto al equipo por todo lo alto, encadenando titularidades y siendo un fijo para Víctor Fernández. Pero su rendimiento está muy lejos de lo que se espera de él, un jugador al que costaba quitar del once ideal de cada jornada durante la temporada pasada. Sin claridez en la toma de decisiones con el balón en los pies y sin la capacidad física para robar y atosigar a los mediocentros rivales. Sin el nigeriano, el Real Zaragoza se está viendo superado una y otra vez en el centro del campo.
El resurgir de los diferenciales del Real Zaragoza
Con el Real Zaragoza en su peor momento, los jugadores de más calidad deben de dar un paso al frente. Kagawa debe de dar el mismo paso que en su día dio mientras el Dortmund se jugaba su continuidad en la Champions ante equipos de talla mundial. Igbekeme y Nieto deben de dar el mismo paso que dieron para sostener a un Zaragoza que vio el descenso a Segunda División B más cerca que nunca. A ellos les deberán seguir otros jugadores que han demostrado estar a la altura de un equipo con altas aspiraciones. Papu se erigió como la gran sorpresa en el rombo de Natxo junto a un Pombo que supo asumir un rol secundario haciendo mejores a sus compañeros. Al igual que Vigaray y Atienza, que consiguieron una solidez defensiva digna de elogio.
El Real Zaragoza necesita de la mejor versión de todas sus piezas para volver a engancharse a la zona más alta de la tabla y volver a presentar su candidatura al ascenso directo. La UD Las Palmas espera. No tanto la afición, ansiosa de ver el resurgir de los diferenciales.