El Real Zaragoza encajó dos goles en errores estratégicos en los minutos finales. Frente al Girona, liberó la única marca que debía vigilar. Unos días más tarde, el Mirandés consiguió el empate desde la estrategia. Brugui alcanzó el balón muerto y llenó de rabia, de impotencia y de tristeza La Romareda.
JIM eligió una pauta distinta de juego para esta temporada. Durante muchas fases de los encuentros, el Zaragoza se ordenó a partir del balón y buscó la portería sin reservas. Hubo quién sospechó que ese modelo estaba condicionado por el resultado. El Zaragoza no dio el primer golpe en el partido hasta la jornada 12. Fue ante el Girona y el mismo contexto le hizo olvidarse del balón ante el Mirandés. En ese aspecto, los mismos números que antes mostraban un Zaragoza lleno de intención, prueban ahora su conservadurismo.
Los números del Zaragoza en los últimos empates
Frente al Girona permitió 15 lanzamientos y dos pruebas sobre su portería. En La Romareda, buscó refugiarse en su área hasta provocar 19 disparos del Mirandés y 4 intervenciones de Cristian Álvarez. El Zaragoza tuvo más el balón en los dos partidos, pero una vez que consiguió la ventaja no supo llevar el balón al campo rival. Especialmente llamativo fue el cambio de tendencia ante el equipo de Lolo Escobar.
El Mirandés se adueñó del juego: alcanzó un 56% en la segunda mitad, acertó en sus centros (4 de sus 7 intentos fueron rematados) y encontró en el regate un camino hacia el empate (completó 7 de sus 8 intentos en la segunda mitad). Una senda, la del desborde, similar a la que buscó el Girona para lograr el empate en Montilivi. El desequilibrio por fuera, representado en la figura de Darío Sarmiento, desnudó al Zaragoza. El equipo catalán completó todos sus intentos en el regate (5 de 5). De ese concepto, clave en el juego, parten las dos últimas tablas del Zaragoza. Y también de la propuesta de un equipo empeñado en conservar su ventaja, que no supo defender dos acciones muy concretas.
Radiografía de los goles encajados por el Zaragoza:
EL GOL EN MONTILIVI
El Zaragoza estructura su defensa con nueve jugadores por detrás del balón. Valentín Vada acude a la disputa con Baena. Por detrás Petrovic aparece como coche escoba, en una línea ficticia de cinco defensores. Francho Serrano, Igbekeme y Bermejo forman el otro triangulo defensivo. El espacio interior está poblado, pero el sistema de ayudas falla.
Baena gira sobre sí mismo, supera a Vada y libera la banda. Gámez decide ir al suelo en el balón dividido y pierde. Petrovic acude lento a la cobertura, Bermejo también llega tarde. Darío Sarmiento tiene tiempo para pensar y ejecutar su centro.
En el área hay una lucha por el remate. Stuani aparece y desaparece y Chavarría le cede la marca a Jair, que controla solo con la mirada. El arrastre del futbolista del Girona al primer palo condiciona la defensa. Lluís López cierra allí y descuida el corazón del área. En ese lugar, aparece en carrera Stuani para marcar a placer. Aprovecha la confusión entre Jair y Chavarría y se beneficia de otro detalle clave. Jair ha perdido un segundo de vista al uruguayo y se perfila con los dos pies clavados en el suelo, sin tiempo de reacción. La situación se repetirá un partido más tarde. En Montilivi, Stuani firma las tablas en el minuto 86.
EL EMPATE DEL CD MIRANDÉS EN LA ROMAREDA
El Zaragoza corrige algunos de los errores de Montilivi y Yanis hace el dos contra uno frente a Riquelme en la banda. Aún así, consigue sacar el centro y Sergio Camello lo convierte en un córner tras su pelea con Lluís López.
En el momento del golpeo de Riquelme el Zaragoza utiliza un marcaje mixto. Jair es el encargado de ir a por el balón. Petrovic hace una labor similar en la corta y Zapater le cubre las espaldas en el segundo palo. El barullo se produce en el primero, donde el Mirandés acumula posibilidades de remate y el Zaragoza su defensa.
En ese lugar llega la gran clave de la jugada. El arrastre del Mirandés es efectivo y Odei le gana la partida a Francés, a Lluís López y a Petrovic, que acudían a esa zona en busca del despeje.
Jair es víctima del efecto hipnótico que tiene el balón. No esperaba el desvío. La mala suerte hace que la peinada de Odei le llegue otra vez con los dos pies clavados en el suelo. Sin tiempo de reacción, no elige una parte concreta del cuerpo para despejar. O, mejor dicho, despeja con lo que puede.
El balón queda muerto, en las mejores condiciones para Brugué. El delantero reacciona rápido y en unas milésimas de segundo, arma su disparo a la media vuelta. Así llegó el noveno empate del Real Zaragoza y una nueva desgracia en La Romareda.
(*) Los fotogramas de los goles parten de la retransmisión que ofrece el Canal Movistar en su acuerdo junto a La Liga.