El fútbol en las Islas Canarias se concibe de un modo muy particular. Es fiesta, un juego vistoso y una pasión sin servidumbre. La táctica queda en un segundo plano y prima el talento y la imaginación. No parece extraño que dos de los futbolistas más singulares de este siglo coincidan en una localidad de poco más de 2000 habitantes. En un lugar casi marginal, que combina la inmigración y la explotación turística. Arguineguín fue el punto de partida de dos talentos únicos: David Silva y Juan Carlos Valerón. El primero, Silva, es el jugador canario con más internacionalidades, campeón del mundo y de Europa con la selección. El segundo mago de Arguineguín, Valerón, fue el mayor especialista del último pase que se ha visto en este juego. Emblema del segundo Súper Depor y un referente en sus últimas temporadas en la UD Las Palmas.
El talento canario es casi un fenómeno social. La mezcla de entornos humildes y escenarios preparados para el turismo permite el surgimiento de un futbolista que responde siempre al mismo patrón. Jugadores imaginativos, que manejan el arte del engaño y del regate. El ambiente más modesto favorece al jugador pícaro, original, en lugar del futbolista académico.
Las escuelas de tecnificación mecanizan los movimientos, limitan los toques y la creatividad de los jugadores. No sucede así en las Islas Canarias, donde predominan los versos libres, los jugadores que se escapan del laboratorio. El clima es otra ventaja adicional, que permite el juego en casi cualquier circunstancia. Todo ese contexto proporciona una valiosa mezcla: el futbolista de calle y de playa.
El fútbol canario y su historia
La productividad del fútbol canario ha dejado grandes ejemplos en la historia de la selección. Hasta 37 jugadores han vestido la camiseta de España y la mayoría de ellos responden a un corte muy similar. Además de los ejemplos más modernos, hay dos jugadores que representaron a la perfección la esencia del fútbol canario. Luis Molowny jugó en el Madrid de Alfredo Di Stefano. Era un mediocampista delicado, una pieza estratégica en un equipo de leyenda. Años más tarde, Antonio Afonso Moreno, Tonono, se convirtió en un símbolo y en la referencia del mejor Las Palmas de la historia.
En los últimos años de la década de los 60 y a principios de los 70, Tonono lideró a un equipo que cambió el paradigma del fútbol español. Aquel fue un grupo alegre, vistoso, que entendía el fútbol como un espectáculo. Tonono era un líbero elegante, un futbolista contracultural. Le llegaron a comparar con Franz Beckenbauer y, en un enfrentamiento directo, el defensor alemán le dedicó todos sus elogios.
Ese grupo paseó su fútbol por Europa y quedó subcampeón de Liga. Tonono formó parte de una generación dorada: le acompañaban el portero Betancort, el lateral Martín Marrero, el mediocampista Castellano, el interior Juan Guedes y otro fino futbolista, Germán Dévora Ceballos. Todos llegaron a ser internacionales.
El 2 de mayo del año 1968 la selección española utilizó a cinco futbolistas canarios. En Malmö coincidieron Tonono, Guedes, Germán Dévora y Castellanos salió desde el banquillo para marcar el tanto del empate. El quinto en discordia fue Eleuterio Santos, un héroe del Real Zaragoza. Formó parte del equipo más célebre de su historia, Los Magníficos, y de una de esas delanteras que se recitan de memoria. En ella, él era el segundo verso: Canario, Santos, Marcelino, Villa y Lapetra.
Santos es el canario más célebre del club aragonés. Era un todoterreno, un futbolista total. Tenía zancada, sacrificio y un gran disparo. Dominaba el espacio, con calidad y perspectiva de la portería rival. Pero no fue el único isleño que encontró su lugar en La Romareda. Rosendo Hernández, Pier Luigi Querubino (nacido en Roma pero criado en Tenerife) o Paco Jémez son otros ejemplos llamativos. En la actual plantilla, el Zaragoza sonríe gracias a los goles más recientes de otro tinerfeño: Nano Mesa.
Escuela de talentos
En los últimos años, Las Islas son el terreno ideal para los cazatalentos. El testigo de Juan Carlos Valerón y de Silva lo asumieron una serie de futbolistas con peso en la élite. Pedro Rodríguez, Vitolo, Roque Mesa, Jonathan Viera o Jesé Rodríguez partieron de las islas para encontrar un hueco en los grandes escenarios. Todos se ajustan a un perfil ofensivo, al prototipo del jugador canario. Los dos últimos, Viera y Jesé, han regresado en las últimas temporadas a Las Palmas para recuperar su fútbol de siempre.
De esa escuela procede ahora otra generación prometedora: la que lidera Pedri, en compañía de Yeremi Pino o Alberto Moleiro, el último descubrimiento del equipo amarillo. Mientras Jesé vuelve a disfrutar del juego, se planea en la sombra la siguiente camada de jugadores.
El recorrido por la historia del fútbol canario prueba una sospecha, que allí se aprecia la versión más lúdica del juego. Las Islas Canarias son un escenario especial para el fútbol español; un lugar de playas, de talento y de magia.