El Real Zaragoza ha cerrado un mercado convulso, tenso, con más movimientos de los que había en el guión. Torrecilla eligió las salidas de Enrique Clemente, Íñigo Eguaras, James Igbekeme, Adrián González, Javi Ros y César Yanis. A cambio, solo llegaron Jaume Grau, Eugeni Valderrama y, a última hora, Sabin Merino.
La apuesta, muy revolucionaria para lo que suelen deparar las ventanas de invierno, supone el fin de la vieja guardia. En las salidas de Eguaras, Igbekeme y Javi Ros se anticipa el cambio de un ciclo. Aún así, ninguna dolió tanto como la de Enrique Clemente, que sirve como símbolo y síntoma de un club que desprecia con demasiada frecuencia a los suyos. Adrián González no tuvo tiempo ni fútbol para estar a la altura de su nombre. Y la marcha de César Yanis solo descubrió lo mucho que Torrecilla se había equivocado en verano.
Las incorporaciones de invierno
Los fichajes son los propios de un club acostumbrado a vivir en el alambre. Jaume Grau quiere aportar su pausa y su zurda al juego colectivo, pero JIM no le utilizó ante el Ibiza cuando necesitaba congelar el partido. Eugeni Valderrama es feliz en la línea de tres cuartos, pero se sospecha de su regularidad y de su perfil competitivo. Tampoco el técnico le dio la oportunidad el lunes cuando su equipo necesitaba algo distinto.
Sabin Merino llegó sobre la hora y resolvió un casting en busca de un delantero y está por ver si es feliz en un nuevo contexto. Su última aparición tras un mercado invernal, sirvió para cambiar por un tiempo el panorama del Deportivo. También disfrutó la pasada campaña en el Leganés, donde ofreció su desmarque, su lucha constante y 9 tantos en el camino.
La parábola del burro por Torrecilla
Torrecilla completa su tercer mercado y permanece intacta la imagen de un director deportivo que sabe que solo puede acudir a las rebajas. A cambio traiciona su palabra y le niega el dorsal del primer equipo a dos futbolistas de pleno derecho: a Francho Serrano, el líder de la nueva guardia, y a Iván Azón, al que no le favorece esa falta de confianza.
Las urgencias juegan siempre a favor del resto y en contra de un club que ni siquiera vende, sino que regala. El Zaragoza se gastó antes de tiempo los ahorros de la temporada y en sus traspasos y cesiones no ha añadido dinero a la caja.
En su etapa en el Sporting de Gijón, Torrecilla eligió una canción, un extenso pasamanos, un Power Point y una parábola para explicar las dificultades de su profesión. Quiso decir que una parte importante de su trabajo era tolerar la crítica. Afortunadamente, para cuando llegó a Zaragoza ya había aprendido a hacerlo. Entre otras cosas, porque siempre que tuvo que tomar una decisión aquí, se equivocó sin remedio.
Esta temporada erró en los fichajes, en las promesas y falló, por encima de todo, en los mensajes. Ahora, espera que los fichajes de invierno ajusten los errores del verano. Sospecha que el césped le dará la razón o acabará por negársela. Solo el fútbol despejará las incógnitas del mercado y la lección que Torrecilla aprendió en una fábula.