ZARAGOZA | Fran Escribá no quedo en buen lugar el pasado lunes. El Real Zaragoza sufrió su primera derrota en A Malata, un escenario sagrado para un equipo sin complejos, maldito en 2023 para cualquier visitante. En la jugada clave, el Racing de Ferrol aprovechó el detalle que durante cinco partidos jugó a favor del Zaragoza.
El escenario fue todavía más macabro por dos detalles: Carlos Vicente ganó la banda y logró un centro medido para Álvaro Giménez, que marcó y celebró como nunca. Es una promesa que en el fútbol siempre se anuncia: no hay enemigo más peligroso que el que un día estuvo en tus filas.
Fran Escribá no acertó en su propuesta. Eligió el balón al pie y nunca la carrera. Sentó a Marc Aguado, el mejor portavoz de su fútbol. Y sus remplazos no fallaron en exceso, pero no hicieron demasiado por acertar. El equipo pareció siempre plano y previsible, y Bermejo apareció en el lugar de los señalados, dueño de muchas pérdidas llamativas.
Faltó capacidad de respuesta y un punto de rebeldía, hasta provocar una reflexión más profunda. Los mejores equipos descubren su verdadera condición en los momentos de dificultad. Y el Zaragoza pareció en Ferrol, ante el primer gran golpe del curso, más impotente que nunca.
Escribá mantiene su confianza en Bakis, que atraviesa una crisis de identidad. Su solución parece sencilla porque se escribe con tres letras, pero nunca ha estado tan lejos del gol como en el estadio gallego. Tampoco quedaron en buen lugar sus acompañantes, incapaces de fabricar soluciones en el alambre.
Las señales de alarma parecen todavía improcedentes: el Zaragoza sigue liderando la clasificación en solitario y su primera caída no anula todas las virtudes conquistadas en el arranque. Pero conviene una revisión general del plan, huérfano sin un todocampista como Francho Serrano, quizá el mejor testigo de la idea del técnico. El canterano parece ahora más imprescindible que nunca, tan importante cuando está como llamativo cuando falta.
Sin Francho, Escribá ha perdido algunas pautas básicas y el equipo ya no es capaz de convocar a la suerte. La mala elección del técnico se trasladó desde la alineación a sus cambios, a los que no reunió en el mejor contexto y que fueron incapaces de cambiar la suerte. La traducción del estadio gallego ofrece una curiosa paradoja. “Malata” hace referencia a “la enfermedad” y de un modo metafórico se traslada al castellano como “un lugar de refugio para los enfermos”.
Ante la primera caída del curso conviene mantener la calma. Depende en gran medida de Fran Escribá que los males del Real Zaragoza no pasen de unas simples décimas de fiebre.