El Fuentes perdió ante Osasuna (1-4) pero vivió en San Miguel el momento más especial de toda su historia. Logró el empate al filo del descanso y puso en pie a un estadio entregado, lleno de color y de entusiasmo para la cita. Toda la grada vibró con los suyos, en una ovación unánime, conmovedora.
Los chicos de Iván Ballestero se dejaron el alma en el césped, jugaron ante un Primera sin miedos ni complejos. En el duelo, Borja León voló hasta evitar los goles de Budimir, que vivió ante el menudo portero su peor pesadilla. León fue un gato, un portero bendecido por la valentía y todos los reflejos. Se impuso la lógica en el resultado, pero el premio fue histórico también en la derrota, irrepetible para un equipo hecho de ilusión y lleno de sueños.
Jagoba Arrasate intuía que el partido podía estar plagado de trampas y no dejó prácticamente a nadie en Pamplona. Osasuna tuvo que sudar para vencer, ante el esfuerzo de un equipo aplicado, generoso y comprometido. Iván Ballestero es el líder del grupo, el mejor portavoz de un sueño. Sabe que tras estos días en la nube, su equipo está preparado para ganar su asignatura pendiente: el ascenso a Tercera División.
El Fuentes disfrutó de su gran tarde. Brillaron todos, desde la portería hasta la delantera, pasando también por los banquillos. Marcos Briz arriesgó y ganó en la salida del juego, Adrián Garín se desfondó en los duelos, Óscar Gutiérrez mostró su zurda, Jesús Rubio su personalidad en el cruce, Luismi guardó su banda, Toño Goez recorrió todos los metros del mundo, Jorge Salvador le puso su corazón al partido, Sergio Casaló enseñó su velocidad y sus recursos, Isaac regateó con atrevimiento y Álvaro Requeno se ofreció siempre en el desmarque. El delantero marcó, además, el gol de su vida.
Lo hizo al filo del descanso, dos minutos después de que Osasuna encontrara el premio a su insistencia. Roberto Torres había llenado el área de centros, pero Borja León lideraba con paradas la resistencia. Darko Brasanic puso por delante a los suyos, pero la réplica de los locales fue inmediata.
Álvaro Requeno ganó el duelo a campo abierto y recortó a todos los rivales que salieron a su paso. Le quedaron fuerzas para cerrar la jugada con un disparo que Juan Pérez logró desviar, pero que nunca pudo detener. El gol del Fuentes desató a la grada, a los 3000 aficionados que asistieron a un momento histórico. En ese punto del partido, el cuento de hadas del Fuentes parecía la historia más bonita jamás contada.
En la segunda mitad, Osasuna impuso su ley. Vidal le dio verticalidad a la banda y le añadió un gol a su partido. Después, le siguieron dos tantos de Kike García que sirvieron de sentencia. En los últimos minutos, el Fuentes ofreció a su público todo su entusiasmo. En su arreón final hubo orgullo, amor propio y un fútbol lleno de voluntad.
Iván Ballestero tuvo tiempo para dar minutos a los jugadores que partían desde su banquillo. José Latorre, Sergio Molinero, José Esteban y Fernando Roche disfrutaron de un partido que fue también todo un acontecimiento y un pequeño milagro.
El Fuentes cerró así su paso por la Copa del Rey, en San Miguel, al abrigo de todo su público. El resultado no les sonrió, pero lograron conquistar los corazones de la gente. El club humilde, familiar, hizo historia a su manera. Nunca una derrota se pareció tanto a una victoria.