ZARAGOZA | La temporada del Real Zaragoza se entiende mejor a través de Maikel Mesa. Autor de 9 goles en el curso, es la llave de todas las cosas en Zaragoza. Víctor Fernández diseñó un plan específico para él en sus dos primeros partidos. Le pidió que participara en la circulación, que fuese protagonista en todas las fases del juego. Pensaba entonces que Mesa podía acelerar las jugadas, que en sus pies el balón siempre estaría mejor que en el de otros.
El rendimiento del canario fue discreto en ese contexto ante el Espanyol. Tocó el balón 47 veces, acertó en sus pases (85%) pero jugó lejos del peligro. En el estreno de Víctor Fernández, el mejor futbolista de ataque del Real Zaragoza no llegó a disparar a puerta. Ya ante el Mirandés decidió que el mejor escenario para Mesa era el balcón del área. Le acercó a Bakis y el canario redujo su participación, pero amenazó en el área rival. Tocó 29 veces el balón y disparó en tres ocasiones a la puerta del Mirandés. Quizá entonces preparó Víctor Fernández su siguiente movimiento.
Durante la semana entendió que Sinan Bakis necesita compañía. Iván Azón recuperó la titularidad y Víctor Fernández diseñó un panorama distinto para el equipo en general y para Maikel Mesa en particular. Le ubicó en el costado izquierdo, en el lugar de un extremo mentiroso. Ese era su punto de partida, pero no el final. Desde ahí, ganó el pasillo interior y pisó el área desde el inicio. Colaboró Iván Azón, que acudió a la banda izquierda con frecuencia, precisamente al hueco que Mesa dejaba libre.
Fue un equipo asimétrico, pero que mostró mayor intención y pegada. El grupo asumió una de las normas que Víctor anunció en la previa: valentía y libertad de movimientos. Lo entendió Maikel Mesa, que acudió camuflado a los remates y que jugó más cerca del área. Su oportunidad llegó tras el descanso, en una acción que define sus virtudes, las cualidades de un llegador nato, un asesino a sangre fría. Todo partió de un saque indirecto, pero la ubicación del tinerfeño en el remate, en el extremo opuesto al que había iniciado el partido, define el plan de Víctor y el olfato de Maikel Mesa.
Mesa arqueó su cuerpo, acompasó el remate y dibujó la sentencia. Los tres goles del Real Zaragoza fueron bonitos, pero el de Maikel Mesa solo podía marcarlo él. Así cerró un partido especial para él, con solo 32 toques de balón y otro tanto en su cuenta. No parece casualidad que el último gol del tinerfeño coincidiera también con la última vez que el Zaragoza ganó.
El duelo ante el equipo que lo formó define al tinerfeño, a un jugador que puede decidirlo todo en un arrebato, con un fútbol hecho de pequeñas dosis. Víctor Fernández ha descubierto que su talento no es la cantidad, pero sí la calidad. Y quizá haya entendido que con Maikel Mesa menos siempre es más.