Feliz. Casi un millar de aficionados del Huesca han arropado la puesta de largo de Shinji Okazaki. Una tarde radiante. Y ha bastado poco menos de una hora para que el delantero japonés conozca el sentimiento azulgrana con él como protagonista absoluto. Antes, en rueda de prensa, se quitó cualquier etiqueta de líder. Puso el argumento de faena. “Vengo a hacer goles, a darlo todo por el Huesca y a colaborar en subir a Primera”. Y sí. También hubo periodistas japoneses atentos a sus palabras. A nadie se le escapa que su fichaje tiene una caída de márketing. Es el crecimiento del club. Eso que llaman nichos de mercado. Y Japón es goloso.

Las palabras de Okazaki fueron las que se ajustan al guión esperado. Hasta cuando se refirió al partido contra el Real Zaragoza donde milita Shinji Kagawa Zaragoza. A nadie se le escapa el valor que cobrar con ambos el derbi aragonés. Son amigos, pero ya se sabe lo que ocurre sobre el césped. “No he visto a Kagawa y no quiero perder el derbi”. No necesita más Okazaki para coger el estandarte de una grada que en su debut en El Alcoraz sintió su aplauso en cada una de sus acciones. Ánimos que agradeció.
El delantero se definió como lo que es: un delantero, goles. Ofrece trabajo y lucha para el equipo. En el subconsciente de un occidental, Japón es eso: trabajo y pelea. Y en El Alcoraz se exige la máxima entrega. Así que se alista a una buena plaza. Se despegó el jugador cualquier etiqueta de líder por la expectación desatada desde que se dio a conocer su fichaje. Está claro que con una Premier militando en el Leicester City, con fútbol, además en Alemania, con tres mundiales y unas olimpiadas tiene un inmenso caudal futbolístico. Se presume un tipo con templanza en los momentos duros de la temporada.
Y también se le presume cierta valentía. Con escaso por no decir nulo español, cogió el micrófono cuando saltó al césped y dijo unas palabras a la afición. La grada, loca con él. Quince balones fueron para los aficionados. Y tuvo el detalle de dar en mano un par de ellos a dos pequeñajos apretujados en primera línea. Luego, reparto de camisetas. Y luego autógrafos. Un acto rápido, sencillo, porque de lo que hay ganas es de verle meter goles.
Okazaki dio que “no guarda rencor alguno al Málaga”, equipo que le dio la baja para cumplir el límite salarial y donde dijo que le hubiera gustado jugar, reconoció que una semana antes del cierre del mercado desconocía dónde iba a fichar, pero que su deseo era el de jugar. Lo importante es que tiene fútbol en sus botas para armar el taco en cualquier partido. Y cuando meta el primer gol en El Alcoraz, la sensación es que la grada ‘se caerá’.