Fran Escribá afronta en El Alcoraz uno de esos partidos que sirven como prueba de la verdad. En su lectura del contexto, hay sensatez y pausa, certezas y normalidad. Habla de fútbol, sin tapujos ni corsés, como si el deporte se basara también en el análisis de todos los matices. Para Escribá el partido ante la SD Huesca tiene un valor sustancial. El técnico tiene el respaldo de sus superiores, incluso para el proyecto que viene. Pero sabe desde hace tiempo que la cuerda del fútbol se rompe siempre por los banquillos. Quizá por eso, vencer en El Alcoraz sería para él la mejor carta en su baraja.
En la previa del duelo ante la SD Huesca, Escribá valoró las condiciones del rival, el poder que tiene en su estadio, su fortaleza en el fútbol aéreo. Para el equipo de Ziganda, El Alcoraz es su mejor amuleto. Férreo y compacto, solo Las Palmas le ha ganado en 2023 y el equipo azulgrana descubre su mejor perfil al abrigo de su afición. Para el duelo del domingo, se espera la mejor entrada del curso, un partido lleno de laberintos. Y puede serlo en uno de los escenarios más complejos además de la categoría.
Escribá, afectado en el inicio de su comparecencia por las lesiones, deslizó que el mejor argumento será la identidad de su equipo. El preparador busca para su grupo una idea propia: “Intuimos cuál puede ser la propuesta de la SD Huesca, pero la nuestra no puede cambiar. Siempre queremos el balón, ir a buscar los partidos y ganar”.
Su mayor triunfo llegó ante el más íntimo de todos sus enemigos, una SD Huesca que dejó hace tiempo de ser un vecino ruidoso. El técnico valora la solidez de su defensa y no quiere que su equipo tome riesgos innecesarios, pero sí que sepa atacar los espacios o las baldosas que ofrezca el Huesca, con Giuliano Simeone y Bebé al mando de las operaciones. Traicionar su idea, cambiar el modelo en un día señalado sería la peor de todas sus elecciones. Y más en un duelo de pizarras tan especial como el que le enfrentará a Ziganda, en la gran prueba de Escribá en lo que resta de temporada.
El técnico valenciano mira al fútbol con los ojos de la experiencia, con la sabiduría de que cualquier partido puede ser igual que el anterior y diferente al mismo tiempo. Es un técnico intuitivo, que conoce el juego y sus secretos, que no mira al fútbol con los registros que ofrece una hoja de excel.
Una reflexión de Escribá sirve como el mejor de todos los cierres: “Si al acabar un partido, tienes claro el once del día siguiente, tienes un problema. A mí, afortunadamente, eso no me pasa”.