Andrea Esteban lleva toda una vida pegada a una pelota de fútbol. Desde pequeña, demostró un talento precoz en este deporte, algo que hizo que muy pronto tuviera que cambiar la tierra y el césped de los campos de Teruel, su ciudad natal, por los de Valencia, su ciudad adoptiva tras cerca de ocho años vinculada a ella. Cuando apenas tenía 14 años, el Levante UD decidió apostar por ella, haciéndole un hueco en una plantilla de primera cuando apenas era una niña. Una niña, con talento natural para el fútbol, sin embargo.
Pronto, comenzó a devolver al club esa confianza recibida con una prometedora progresión, la cual iba acompañada de ser una habitual en las convocatorias de las categorías inferiores de la Selección Española, habiendo sido convocada con la Sub.16, Sub.17, Sub.19 y Sub.20. Sin embargo, este progreso se vio frenado por un enemigo común de los deportistas de élite: las lesiones. Además, en el caso de Andrea estos percances fueron de gravedad, pues implicaban el ligamento cruzado de la rodilla, el cual se ha roto hasta un total de cuatro veces, tres en la pierna derecha y una en la izquierda.
Con ello, la futbolista turolense se ha visto forzada muchas más veces de las que le hubiera gustado a parar y hacer borrón y cuenta nueva. Operaciones, sesiones de recuperación, entrenamientos en solitario, volver a tocar balón, recuperar la confianza perdida… Todo un largo proceso que volvía a reiniciarse cuando, de nuevo, algo decía basta. Y volver a empezar. Así hasta cuatro veces. Aún con toda la dureza del proceso, ella siempre ha aceptado estos contratiempos como parte del juego, de su carrera e incluso como algo que ha servido para hacerle más fuerte.
Finalmente, el año pasado, ya en el proceso final de recuperación de la última de sus lesiones, la que más tiempo le ha tenido apartada de los terrenos de juego, Andrea decidió dar un giro a su carrera y dejar el Levante para marcharse al Valencia CF. Aunque ni siquiera cambiaba de ciudad, en lo personal el paso fue importante, pues dejaba a la que había sido su casa desde sus comienzos, su familia deportiva, para adentrarse en un proyecto ambicioso, de un equipo que acababa de terminar tercero en la Liga Iberdrola. “Al principio fue difícil. Es un equipo nuevo, vas en busca de minutos, es complicado. Pero la verdad que estoy súper contenta, me recibieron genial tanto las compañeras como el club. Solo saco cosas positivas de estar aquí”, comenta la futbolista.
Aún con todo, la adaptación a este nuevo entorno no fue fácil, en el que ella destaca que “darle ese plus de profesionalidad fue todo un cambio”. Planteado como un año de transición, por el necesario proceso de adaptación y también la completa recuperación de la lesión, la futbolista tuvo que esperar hasta abril para hacer su debut con el equipo, que finalmente tuvo lugar ante el Rayo Vallecano. Ella, llevó este rol con naturalidad, pues comenta que iba en busca de “sumar entrenamientos” y “mejorar sensaciones”. En lo colectivo, el año también tuvo sus dificultades para el Valencia CF, pues repetir la tercera posición de la 2016/17 se antojaba como un reto que finalmente no pudieron conseguir, finalizando la campaña quintas tras Atlético de Madrid, Barcelona, Athletic y Granadilla.
Sin embargo, esta temporada se presenta para la futbolista de forma completamente distinta. Ya recuperada y con sus cicatrices en la rodilla como el último vestigio de sus lesiones, ya no se conforma con formar parte del grupo, sino que busca tener más minutos y gozar de continuidad en su juego. Para ello, debido al nivel de toda la plantilla, tendrá que competir por un hueco en el equipo con delanteras del nivel de Mari Paz o Zenatha Coleman, hasta ahora las titulares en los dos primeros partidos de liga. “Hay mucha competitividad arriba. Cuando estás en un equipo como el Valencia que lucha por estar en los puestos de arriba sabes que la competitividad va a ser brutal”. Sin embargo, también apunta que eso les hace “mejorar a todas”, porque en cada entreno tienen que “dar el cien por cien”. Además, añade que lo único importante para ella es estar preparada para cuando llegue la oportunidad, “sea tarde, pronto o sea ya”.
A colación del inicio de esta nueva campaña y su plena recuperación de la última de sus lesiones de rodilla, el afamado programa de televisión ‘El Día de Después’ se hizo eco de la historia de superación personal de Andrea. El programa, servía además para cerrar un reportaje previo en el que se mostraban los viajes de la futbolista y su padre, cuando apenas con 15 años estudiaba en los trayectos en coche que todos los días hacía entre Teruel y Valencia para poder ir a entrenar con el Levante. El reportaje, además de ser un repaso a toda su trayectoria, apunta hacia las ilusiones futuras de Esteban, y cómo ella quiere desligar su nombre definitivamente de las lesiones. “Mi objetivo es que, dentro de cinco meses o el tiempo que sea, ya no se hable de mi pasado, sino de que estoy compitiendo, estoy sin molestias, he vuelto a jugar y estoy marcando goles”.
Mi objetivo es que, dentro de cinco meses o el tiempo que sea, ya no se hable de mi pasado, sino de que estoy compitiendo, estoy sin molestias, he vuelto a jugar y estoy marcando goles
A Andrea se le escapa una risa, cuando hablando de estas miradas atrás en su carrera recuerda que muchas veces se pasa por alto que apenas tiene veintidós años, a pesar de que ya lleve ocho en Primera División. “Han pasado ocho años y parece que esté al final de mi carrera deportiva. Tengo veintidós años, muchas jugadoras empiezan ahora a competir en Primera División. Yo intento mirar esa parte, me queda muchísimo camino y me queda mucho por delante”.
Ya mirando hacia su futuro inmediato, que no es otro que esta temporada venidera, Andrea ve potencial en una plantilla fuerte y renovada desde el banquillo. “Tenemos un entrenador nuevo, ideas nuevas. Todo el equipo estamos a tope, estamos jugando muy bien. El objetivo es el mismo del año pasado, ir partido a partido, sumando puntos y tratando de aguantar el ritmo las máximas jornadas posibles”. En lo personal, prefiere no mirar más allá del próximo partido y seguir disfrutando del fútbol. Ocho años de alegrías y contratiempos después, las cicatrices siguen ahí, pero ahora ya permanecen cerradas y ha llegado la hora de seguir avanzando. Al final, el objetivo no ha cambiado desde sus comienzos. No es otro que seguir toda una vida pegada a una pelota de fútbol.