ZARAGOZA | El Real Zaragoza se estrelló sobre la bocina frente al Burgos, víctima otra vez de un trauma en los minutos finales. La mitad de los goles recibidos han llegado en la franja final de los encuentros, en el momento exacto en el que se descubren todas las verdades. El tamaño competitivo de un equipo se mide en ese punto exacto de los partidos y el Zaragoza ha desperdiciado tres ventajas consecutivas. Frente al Burgos, la película se repitió, como una de esas pesadillas que se proyectan para siempre. Matos igualó el gol de Mollejo y el fútbol volvió a ser pura desesperación para el equipo de Escribá.
Dani Rebollo (6): Hasta el gol estuvo valiente en las salidas y lúcido en todas sus paradas. No hubo nervios en su actuación y sí un ejercicio sin complejos. El pero a su partido llegó en el empate. Pudo hacer más en el gol, mal ubicado, incapaz de hacer frente al remate de José Matos.
Andrés Borge (6): Es un jugador noble, un marcador de otro tiempo. Incluso cuando pierde el primer pie, se levanta y corrige. Le faltó finura con el balón y el peligro estuvo principalmente en su banda, pero su partido vuelve a mostrar que está tremendamente preparado para los desafíos de hoy y los que vengan.
Alejandro Francés (8): Impecable en los cruces, combativo en todas las disputas y ganador de duelos claves. Evitó la mayoría de los remates y se lanzó al suelo, casi siempre con acierto. Una imagen refleja la maldición de su equipo. Francés se quedó a un pie de taponar el disparo definitivo. Se quedó hundido en el césped, intentando asimilar un empate que supo a derrota.
Jair Amador (5): Ha perdido un punto de fiabilidad, como si tuviera todavía algunos de los errores cometidos en su cabeza. En el tramo final, quizá le faltó un punto de jerarquía y mostrar la contundencia de siempre.
Quentin Lecoeuche (6´5): Insistente, más suelto en el juego y explosivo en el físico. Tiene con recursos y registros para ganar la banda y proyectar el centro. De un servicio suyo partió el gol de Mollejo. En el tramo final, apuntaló su perfil.
Marc Aguado (5): Hay que pedirle más protagonismo en el partido, especialmente en el tramo más complicado de los mismos. Quizá no le beneficia la idea de su técnico, pero parece un desperdicio verle brillar solo en la parcela táctica, en la anticipación y el plano defensivo. Tiene mucho más que todo eso.
Jaume Grau (6): Firmó una buena primera mitad, pero se apagó en la segunda, cuando su equipo se empeñó en calcular su ruta y la victoria. Mostró que está en plenitud física y fue la pieza más importante de los mediocentros. En la segunda mitad, le faltó un punto de fuelle y otro de personalidad.
Germán Valera (6): Es un jugador tan desequilibrante como discontinuo. En la primera mitad, supo absorber buenos tramos de juego. Amenazó con el quiebro y el centro. En la segunda, protagonizó alguna carrera prometedora. Pero se conformó con salir del campo sin dejar huellas en el marcador. Y, aunque él no lo sepa, el Zaragoza no se puede permitir ese detalle.
Víctor Mollejo (8): Juega al fútbol con la pasión de un hincha. No siempre le beneficia, pero en El Plantío volvió a sumar un gol a domicilio, un nuevo brindis en sus registros. El toledano marcó de volea el gol que se le había escapado dos veces a Iván Azón. En esa acción fue el principio y el fin de todas las cosas. El resto del tiempo, peleó como siempre, sin demasiado brillo, pero con una fiebre especial por el juego.
Iván Azón (5): Falló un gol que no lamentó el equipo, porque Mollejo cazó el rechace. Duda demasiado ante la portería y le faltaron recursos para ser más protagonista. Por primera vez en mucho tiempo, Bakis estuvo mejor que él.
Sinan Bakis (6´5): Lo intentó por alto y por bajo, con un cabezazo perfecto y un golpeo brusco y violento. Su segunda mitad recordó a la que jugó en Cartagena y estuvo más cerca de marcar que nunca. Se topó, eso sí, con el mismo trauma de entonces. Parece que una fuerza oculta conspira contra sus remates.
Cambios del Real Zaragoza
Alberto Vaquero (6): Mostró tranquilidad en su debut y que tiene fútbol para rato. No le quemó el balón en los pies y descubrió sus recursos físicos y entereza en un contexto complejo.
Manu Vallejo (4): No amenazó ni fue un recurso al espacio cuando el Zaragoza lo necesitaba. Fue un daño colateral en la acción más polémica del partido. El árbitro señaló una falta inexistente cuando ya enfilaba la portería.
Sergio Bermejo (2): No supo defender ni aportar nada distinto en su salida al campo. Se le ve cabizbajo y desubicado, afectado por las críticas y por los miedos.
Sergi Enrich (2): Peleó y poco más. En ataque nunca pareció una amenaza real, por mucho que entienda el fútbol de espaldas y maneje el arte de la descarga. En el último tramo, demostró que está lejos del gol y de sí mismo.
Lluís López (4): Le faltó contundencia en la acción del gol y los toques del Burgos acabaron con un remate de Matos a la red. Salió para ser una pieza más en el engranaje defensivo pero el equipo acabó en la lona, hundido tras el empate.
Entrenador:
Fran Escribá (3): El Burgos derrumbó la resistencia de su equipo y el técnico parece atrapado en un bucle, tembloroso en el momento de la verdad. Tiene miedo a ganar y ya ha perdido tres ventajas consecutivas. Escribá no contribuyó con el plan ni los cambios de la segunda mitad. Permitió que el Burgos ganara terreno y arrinconara a su equipo, expuesto a una suma de desgracias y rechaces. También él parece maldito, condenado en una historia en la que ya no sabe ganar.