Hasta aquí hemos llegado. Se acabó el efímero paso del Real Zaragoza por la Copa del Rey. Y se ha llegado al final de trayecto atravesando el mismo camino árido e infructuoso que se viene recorriendo en el último mes en la Liga. Ante el Cádiz, Idiakez volvió a carecer de soluciones y alternativas para cambiar la imagen de su equipo. Bien es cierto que las lesiones no están ayudando y que las circunstancias negativas se están cebando con el equipo. Nada de esto debe ser una excusa. A comienzos de temporada, dirección deportiva y cuerpo técnico presumían de tener una plantilla larga y polivalente. Ello debería notarse en circunstancias como esta y en cambio, se está demostrando que no es así.
Imanol Idiakez decidió apostar por su sistema de siempre pero con algunos nombres diferentes debido a las lesiones y a la reserva de jugadores para el importante partido de Liga ante el Tenerife. Grippo y Perone fueron la pareja de centrales, mientras que el rombo del centro del campo estuvo formado por un desaparecido Eguaras, junto a Ros, Buff y Aguirre. Arriba actuaron Medina y Soro, aunque el canterano, por momentos, retrasaba su posición para intentar recoger algún balón potable desde el centro del campo. Misión imposible.
El Zaragoza desplegó un juego muy horizontal, con pases que no superaban las líneas rivales. Ante la imposibilidad combinativa del equipo, los blanquillos intentaron jugar con balones largos, algo que tampoco les salió bien. Medina demostró ganas en la primera parte y lo vimos muy activo, pero no siempre querer es poder. Solo las incursiones por banda de Aguirre daban un halo de esperanza al equipo en ataque.
En la segunda mitad, llegó el gol del Cádiz que ganó la espalda a Nieto y se aproximó sin oposición alguna a la meta de Ratón. Perone y Grippo no colaboraron en evitar el gol andaluz y andaron desaparecidos tanto en esta jugada como en tantas otras del partido. Su presencia en el campo tan solo genera terror. Como muestra, la jugada en la que Ros, a la carrera, tuvo que sacar el segundo gol de Cádiz ya bajo palos. El ayer capitán demostró que, al menos, el sí tiene la entrega y compromiso del que otros carecen.
Con el paso de los minutos, el Zaragoza perdió una posesión de balón que tampoco se terminaba de traducir en ocasiones. Idiakez decidió mover banquillo, pero retiró del terreno de juego al único futbolista que creaba peligro, Aguirre, para dar entrada a Pombo. Pocos minutos después Igbkeme apareció en escena sustituyendo a un Eguaras que no es el de la temporada pasada. Su presencia en el campo era como jugar con uno menos. Por ello, la entrada del nigeriano se notó y enchufó al equipo durante 10 minutos, pero aunque se llegaba a las inmediaciones del área rival, apenas había finalización. El “uy” llegó con un remate de cabeza de Grippo a balón parado. Raí disfrutó de los últimos 10 minutos de partido en lugar de Buff, teniendo una aportación más que discreta.
Viendo este rendimiento colectivo, podemos estar seguros de que el entrenador no es el único culpable. Esta película la hemos visto en numerosas ocasiones. Ya la conocemos y sabemos que un cambio de entrenador a mitad de temporada no suele cambiar las cosas en el Real Zaragoza, más bien al contrario, hace entrar al equipo en una espiral sin salida. Pero si esto viene pasando en repetidas ocasiones, quizás sea porque no es problema únicamente del entrenador de turno. Hay que reflexionar y mirar más allá del banquillo, saber si realmente las plantillas de las últimas temporadas se han confeccionado con garantías y analizar si los objetivos que se plasman, con la presión que ello conlleva, son los adecuados. Y es que más allá de Idiakez, hay que buscar el motivo por el que esta historia es interminable.