Hay que ser claros: el Real Zaragoza, pese a ganar en Fuenlabrada, jugó uno de sus partidos más discretos y pobres de lo que llevamos de temporada. Que ya es decir. Juan Ignacio Martínez vio oportuno introducir hasta cinco cambios en un once que, hasta el lunes pasado, parecía inalterable ante cualquier situación. El nuevo cambio de sistema desubicó a varios jugadores que arrancaron el encuentro atenazaos ante la situación.
La victoria sentó realmente bien a aficionados, jugadores y, especialmente, entrenador porque de no haber conseguido los tres puntos en el Fernando Torres estaríamos hablando de una situación bastante peliaguda para los intereses maños y la propuesta de JIM hubiera quedado en entredicho.
Sensaciones dispares, resultados de ascenso
El partido contra el Fuenlabrada resultó ser un resumen de lo que está siendo la temporada del Zaragoza. Un inicio dubitativo, temeroso y paupérrimo en cuanto a juego y sensaciones; una segunda parte con cambios que afianzaron al equipo sobre el campo; y un final en el que, a pesar del mal juego, a base de lucha y esfuerzo se consiguió un excelente resultado para alejar el descenso.
Desde que Juan Ignacio Martínez llegase al banquillo de La Romareda, los resultados del equipo han mejorado considerablemente. Su carácter afable y enérgico sumado a su experiencia en el fútbol español le permitió levantar a un equipo alicaído y hundido en la tabla. Sin embargo, la materia prima de la plantilla es la que es. A pesar de las llegadas de Alegría, Peybernes y Sanabria el equipo no sufrió grandes alteraciones en sus filas, por lo que aquellos que en el mes de diciembre eran los segundos peores de la categoría son los mismo que ahora tienen a siete equipos por debajo. Ni antes eran tan malos ni ahora son los mejores entre los de abajo.
El juego del Real Zaragoza con JIM en el banquillo no ha terminado de echar raíces. La propuesta del entrenador alicantino ha descolocado más de una vez a propios y a extraños por su empeño en las posiciones de Narváez y Bermejo, o por su tendencia a mandar al equipo hacia atrás antes de hora, entre otras cosas. Bermejo, uno de los jugadores mejor dotados de la plantilla, lleva desaparecido varios encuentros. Se le nota incómodo en una posición en la que no termina de explotar sus mejores virtudes. Caso parecido al de Narváez, que a pesar de rendir a un nivel óptimo, no parece disfrutar del todo tirado a banda, lejos del área rival donde tanta falta hace.
No obstante, los números le avalan: 25 puntos de 45; 1,67 puntos por partido como promedio, el mejor desde el descenso a Segunda en 2013. Unos números en esta segunda vuelta que, de haber arrancado la temporada en enero, auparían al Real Zaragoza hasta la quinta posición de la tabla. Números de ascenso.
El caballo de Troya para el Real Zaragoza
Cualquier aficionado que vea la tabla clasificatoria y vea la situación del Real Zaragoza podría pensar que ya tiene cierto margen con respecto al descenso. A cuatro puntos y con siete equipos por debajo de los maños para las cuatro plazas correspondientes al descenso. Sin embargo, lo que aguarda dentro de este engañoso calendario son nueve partidos ante varios de los mejores equipo de Segunda División. Un caballo de Troya que puede pasar una muy mala jugada si el Real Zaragoza se piensa que lo más complicado ya está hecho.
Almería (3º), Girona (7º), Sporting de Gijón (5º), Lugo (17º), Espanyol (1º), Castellón (16º), Mallorca (2º) y Leganés (4º). Estos son los últimos y decisivos partidos que le quedan al Real Zaragoza antes de dar por cerrada una temporada para el olvido. Desde luego, el equipo de JIM tiene a priori el calendario más complicado de los equipos que luchan por no descender. Tras haberse enfrentado a la mayoría de los equipo de mitad de tabla para abajo, y haber salido airoso, ahora toca dar el do de pecho y mirar cara a cara a los gallitos de la categoría que compiten por un objetivo diametralmente opuesto que el Zaragoza.
La victoria contra el Fuenlabrada sirvió para llenar de nuevo el depósito de energía de unos jugadores que comenzaban a mostrar síntomas de flaqueza. Los cuatro puntos perdidos ante Logroñés y Cartagena fueron un mal trago para un vestuario que se sabía superior a sus rivales pero que se mostró impotente en los momentos decisivos. Ahora está más cerca esa triste pero ansiada salvación matemática, pero antes habrá que demostrar en el campo que el Real Zaragoza no es uno de los cuatro peores equipos de Segunda.