ZARAGOZA | Marcos Luna sigue esperando su turno en el primer equipo, mientras el Real Zaragoza se desangra por los perfiles. Escribá se ha empeñado en cumplir dos improbables: quiere recuperar a Fran Gámez y reciclar a Gaizka Larrazabal para el lateral. Luna, mientras tanto, acumula méritos en el filial, maduro, pletórico en el fútbol y en la lucha. Basta observar uno de sus partidos en la Ciudad Deportiva para darse cuenta de que está preparado para asumir la oportunidad. Resulta sencillo mirarle como una ilusión, con el valor de una esperanza. Todos lo hacen, a excepción del que de verdad importa: Fran Escribá sigue aplazando su primera titularidad.
Marcos Luna solo ha jugado 48 minutos en el curso, repartidos además en tres ocasiones. Su estreno llegó ante el Villarreal B, cuando Carcedo le reclutó para los últimos minutos. Casi como extremo, le dio profundidad a la banda y una solución por ese perfil. Casualidad o no, el gol definitivo de Alberto Zapater partió de ese costado. Una jornada más tarde, participó en Los Cármenes en la derrota ante el Granada. El cambio de técnico le ha dado un lugar en las convocatorias, pero no en el césped. Fran Escribá siempre ha destacado sus condiciones y su espíritu zaragocista, pero solo le ha usado durante 24 minutos desde su llegada, en el empate a cero ante La Ponferradina en La Romareda. En el tramo final, Luna mostró voluntad y carrera, zancada e intención.
Marcos Luna, promesa en el primer equipo del Real Zaragoza, realidad en el Deportivo Aragón
Hábil como marcador, el canterano ocupa la banda con el despliegue de un fondista. Asume los retos y en el filial acepta marcar al mejor de los rivales con naturalidad, listo ya para los desafíos en el primer equipo. Piernas largas, identidad zaragocista y la voluntad del que tiene a un dedo su sueño de siempre. Escribá tiene en su banquillo a un lateral para mil lunas, al próximo dueño de ese carril.
Pocos futbolistas sufren una crisis de identidad tan severa como Fran Gámez y hay pocas causas que parezcan tan perdidas como la de Larrazabal. La petición popular sitúa a Luna como la mejor de las soluciones y el lateral merece al menos el derecho a equivocarse. Elogiado en público y en privado por su técnico, Luna no desespera, con el aval de una frase redonda: “La situación de Marcos Luna es distinta a la de muchos compañeros. A él sí que le queremos”. El canterano rechazó ofertas prometedoras en busca de un sitio en la rotación, pero necesita que Escribá, que ya ha desestimado a Rastrojo o Naranjo, le mire con los mismos ojos que le dedica la afición.
Con el permiso que le ofrece su técnico, la hora de Marcos Luna se acerca.