El sueño parece hacerse realidad poco a poco. Con el nivel de juego demostrado hasta ahora y esa plaza en el ‘playoff’ con la que cerramos el año, la temporada que muchos vaticinaban como prometedora da sus primeros frutos. Y es que pocos podían imaginar que el Huesca, el mismo Huesca que la temporada pasada sufrió y sudó sangre para mantener la categoría, fuera a estar a estas alturas del curso en la posición en la que está y jugando como juega.
El punto obtenido en el Anxo Carro contra un Lugo de altas aspiraciones ha sido la guinda a este comienzo de temporada. A día de hoy estamos en puestos de ‘playoff’ de ascenso, siendo unos de los equipos revelación de LaLiga 1|2|3, el tercero que más goles marca, con el objetivo de los 50 puntos progresando muy adecuadamente y la sensación de que igual el objetivo de la salvación es incluso bajo para el equipo que hay este año. El mismo equipo que la temporada pasada acabó sin ratificar su salvación hasta la penúltima jornada, que sufrió un cambio de entrenador, de estilo de juego y que se llevó varias bofetadas a lo largo del curso es el que ahora da esas bofetadas de realidad a otros equipos y el que, según varios periodistas ajenos al club, parece uno de los equipos mejor situados para acabar la temporada en una de las plazas nobles de la tabla.
Aun así, no todo son cosas buenas, pero sí se pueden sacar conclusiones firmes y positivas de esta parte de la temporada previa al parón navideño. El equipo ha sabido sobrellevar las importantes lesiones de jugadores titulares, y aun así ha conseguido puntos y demostrado un más que decente fondo de armario. Por ejemplo, la lesión de Javi Jiménez ha hecho que Sergio Herrera pase a un primer plano viniendo de un Segunda ‘B’ y haya demostrado un nivel altísimo, al igual que Jesús Valentín con la lesión de Carlos David o Carlos Akapo con la reciente lesión de Nagore. El equipo ha sabido remontar partidos, plantar cara a rivales complicados y hacer de su campo un fortín en el que ha goleado.
De todas maneras, muchos aficionados tienen la frustrante sensación de que “aún podían haber dado más de sí mismos”. De que “se han escapado puntos de forma demasiado sencilla”: el penalti mal pitado del partido contra el Lugo, el gol mal anulado a Ferreiro y el larguero en el partido contra el Tenerife, el empate contra el Nàstic en casa en el que apenas llegaron y marcaron, las ocasiones contra el Alcorcón y una larga lista de ocasiones en las que, si la fortuna les hubiera sonreído, habrían puntuado más y quizás estarían más arriba. Pero esto es fútbol y, como diría Anquela: “No hay rival fácil ni partido en el que no se sufra para ganar”.
Hablando de él, es sin duda el gran ‘culpable’ de la buena marcha del equipo. El veterano entrenador ha conseguido recrear una familia dentro de un vestuario, con la complejidad que eso conlleva en el fútbol profesional. Un grupo muy unido en el que todos tiran en la misma dirección a base de compañerismo, humildad y esfuerzo. Y es que con esfuerzo y buen juego los resultados se consiguen. Si además tienes una pizca de fortuna, ningún objetivo es lo suficientemente grande.
Y en esto se va a resumir el 2017: en tener los pies en la tierra, en jugar bien dándolo todo en el campo, en seguir haciendo historia con pequeñas cosas y con grandes sueños.