Cuando todo parecía ir sobre ruedas, no se vislumbraba el techo del equipo y la sensación de superioridad mostrada partido sí y partido también era un hecho, la dichosa fortuna hizo saltar las alarmas el pasado domingo en Granada con la lesión de ‘Cucho’ Hernández. Una lesión que le tendrá apartado de los terrenos de juego casi 4 semanas. Debo reconocer que se me encogió el corazón, y en buena medida le sucedió al equipo dentro del campo, que aturdido y algo desorientado, concedió cosas a las cuales no nos tenía acostumbrados. Además, tuvimos un día complicado en uno de los peores escenarios. A buen seguro aprenderemos de lo sucedido, no me cabe la menor duda.
Pero tampoco me quiero detener mucho en la derrota por 2 goles a 0, porque lejos de preocupación me dejó la certeza de que somos humanos, de que tenemos un mérito extraordinario y de que tengo unas ganas inmensas de volver a ver a esta plantilla este próximo sábado. Porque sí, porque hace mucho tiempo no sentía tanto orgullo de decir que soy del Huesca, porque rara vez había notado la sensación de que fuera de aquí nos respetaban tantísimo y porque nos estamos partiendo el pecho contra equipos que nos doblan y triplican en tope salarial. Habíamos visto a un Huesca saberse comportar en las victorias y el domingo también le vimos hacerlo en la derrota. Esa forma de representarnos también me identifica.
Que el Granada, con todo su potencial, se tomara el partido como la cita más importante hasta la fecha y mostrara esa ambición e intensidad por doblegarnos, nos debe poner en la tesitura de que no será fácil, que seguir encabezando el vagón de los elegidos va a requerir de un ejercicio de autosuperación enorme, pero estoy convencido que vamos a responder como hasta ahora lo hemos hecho. Porque todos, juntos, vamos a hacer perdurar este sueño la mayor cantidad de tiempo posible. Donde no llegue el esfuerzo y trabajo de todos los componentes de este equipo, debemos llegar el resto. Ahora más que nunca la ilusión debe ser determinante.
“Ustedes, si siguen a este ritmo, nos van a dejar bendecidos para el resto de nuestros días”
Y sí, también necesitamos que nos sonría la fortuna; no en forma de goles, ni en forma de asistencias, ni tan siquiera en forma de paradas estratosféricas, pues eso tiene que ver más con el acierto y, se tiene, o no se tiene. Me refiero a las decisiones arbitrales y me refiero, sobre todo, a las lesiones. Ese es quizás el mayor deseo que pido para este equipo, que la progresión y ambición mostrada no quede truncada por cosas ajenas a su trabajo. Sé que pido demasiado, que eso forma parte del juego y además es incontrolable, por eso tampoco quiero servirme de excusas de mal perdedor, pero con una plantilla tan justa, si la dichosa suerte nos da la espalda, lo que al final se consiga puede tener tintes de hombrada pero, por si acaso, tampoco lo descarte nadie.
Ahora se va a ver la pasta de un equipo que, para mí, no debe demostrar nada a nadie. Sólo debe seguir el instinto de su corazón, de su enorme ambición y disfrutar. El día que ellos lo hacen, el resto, fieles espectadores privilegiados, nos vamos tremendamente orgullosos a nuestras casas. Ese es el verdadero significado de este dichoso deporte: hacer feliz a la gente. Y ustedes, si siguen a este ritmo, nos van a dejar bendecidos para el resto de nuestros días.