No solo no se había conseguido hasta ahora con Víctor Fernández, sino que el Real Zaragoza llevaba tiempo sin lograrlo. Dominar en las dos áreas se había convertido en misión imposible para los blanquillos. Hicieron amago de conseguirlo en los primeros partidos de Idiakez en el banquillo, pero no hubo ni rastro de dominio durante la etapa de Alcaraz.
Ahora, con Víctor Fernández en el banquillo, el Zaragoza ha ido creciendo de forma progresiva y natural. El míster comenzó trabajando la defensa, haciendo mucho hincapié en sus entrenamientos en esta faceta. Ha costado un mes pero el Real Zaragoza ha conseguido a base de constancia y trabajo hacerse fuerte en su propia área.
Portería a cero
Tras cuatro partidos en los que era el rival quien se adelantaba en el marcador, el Zaragoza consiguió mantener su portería a cero. Lo hizo en primera instancia por un Cristian Álvarez que ha demostrado ser uno de los mejores porteros de la categoría; pero también es algo que se ha logrado a base de trabajo diario.
Los mecanismos defensivos se han ido interiorizando y el centro del campo, especialmente Eguaras, se ha mentalizado de que debe colaborar con ayudas atrás. Una labor en la que los capitanes Zapater y Javi Ros, antes de su lesión, han sido también piezas claves.
El despertar de Álvaro Vázquez
Mientras en ataque, el trabajo ha tardado en dar sus frutos. Un inspirado Álvaro Vázquez se desquitó ante el Oviedo y demostró tener un olfato goleador mayor que el de Marc Gual. El ex del Sevilla Atlético pone todo de su parte, aporta movilidad y buen nivel físico, pero su papel no puede ser el de un delantero referencia, sino más bien un complemento en el área rival.
Vázquez despliega su máximo potencial jugando centrado, por lo que deben ser otros jugadores quienes le apoyen por los extremos. En este dibujo, Gual tiene difícil hallar su sitio. Su papel puede ser también determinante partiendo desde el banquillo.
La asignatura pendiente de la finalización está ahora un poco más cerca de aprobarse. Si además, se sigue demostrando capacidad para dejar la portería a cero, el equilibrio se habrá conseguido.