En el minuto 82 de partido, el Real Zaragoza solo pensaba en defenderse. Había interpretado mal el encuentro y le había entregado el balón a un Burgos lleno de voluntad, pero escaso en el remate.
Nueve futbolistas del Real Zaragoza estaban en la frontal de su área, cuando un centro de Pablo Valcarce se quedó a medio camino. Lo interrumpió Alejandro Francés y a una distancia muy lejana del peligro, Adrián González ganó la disputa para Francho Serrano. El canterano trasladó el balón de un extremo a otro del campo. Si el fútbol es tiempo y espacio, el canterano realizó una conducción geométrica y perfecta. Fueron ocho segundos de una carrera acompasada, con la mira puesta en la cercanía de Eguaras. Fijó, dividió y retrasó su paso para atender la llegada del mediocampista. El navarro planeó el siguiente movimiento y encontró el desmarque de Álvaro Giménez.
El balón quedó corto y pudo estropearse en el camino. Álvaro lo recuperó para sí mismo. Durante un segundo, parecía haberlo hecho todo mal. Y en el siguiente, resolvió de una forma inmejorable. Amagó con el disparo en su control, recortó y dibujó un arco con la diestra. Alfonso Herrero hizo más bonito el gol con una estirada inútil. Así cerró el Zaragoza un registro histórico de empates y posó Álvaro Giménez en la noche de su estreno.
Triunfo poco ejemplar del Zaragoza
Todo lo que hizo el Real Zaragoza antes del gol había sido insustancial. El equipo de JIM se refugió en su área, tiritó en la estrategia y se puso en manos de un Burgos que llegaba a la cita sin tiempo de respiro. El equipo aragonés quiso ganar la mano desde el detalle y se desentendió del fútbol.
JIM observaba el partido sin encontrar soluciones para el equipo. Miró a su banquillo y descubrió a un goleador sin goles en su cuenta, a un extremo sin muchos regates en la recámara y a un mediocampista sin mucho barro en las medias. Curiosamente, los tres saltaron al césped y entendieron lo que el Zaragoza necesitaba de ellos. Con ese punto de fortuna que hizo especial al técnico el curso pasado, los cambios le sentaron bien al grupo. Borja Sainz se esforzó en el repliegue, Adrián González ganó una pelea clave y Álvaro Giménez encontró en uno solo todos sus goles perdidos.
El desenlace del partido no pudo ser mejor. Pero JIM se equivoca si busca en El Plantío una receta feliz para todos sus encuentros. El Zaragoza jugó nervioso, con un punto de urgencia innecesario en su área y sin personalidad para llevar el juego a la contraria. Venció de un modo inexplicable, casi accidental, con una bonita transición que decidió un partido feo y difícil de mirar. La acción duró 13 segundos largos y sirvió para compensar 93 minutos de un fútbol sin encanto. Francho Serrano lideró, Eguaras medió y Álvaro Giménez resolvió con su golpeo más especial. Los tres futbolistas se encontraron a tiempo, en la jugada que lo cambió todo.