ZARAGOZA | El Real Zaragoza firmó el primer empate de la temporada ante el Racing de Santander (1-1) en un partido tenso y sin grandes diferencias. El equipo cántabro jugó con personalidad y buena letra, mientras el Zaragoza se aferraba a uno de esos detalles que hasta ahora habían declinado la balanza a su favor. Atascado en la salida del juego, el primer error cayó de su lado. Empató antes del descanso, a través de la zurda de Valera, pero le faltó un punto de ambición y otro de claridad para vencer. Donde el Racing encontró pasillos, el Zaragoza se enfrentó a bosques. Sin el cambio de ritmo necesario, acabó casi conforme con el empate.
Cristian Álvarez (7´5): Antes de encajar el primer gol, había hecho un par de milagros. Fue una de esas secuencias que solo están a su alcance. En la acción del gol, que firmó Grenier, quedó vendido y un resbalón le impidió desplegar sus alas. En la segunda mitad, ahuyentó el peligro.
Marcos Luna (4): Estuvo demasiado tímido con el balón, como si temiera siempre caer en el error. Le faltó lucidez y un punto de atrevimiento para ganar la banda. Se conformó con sujetar a Íñigo Vicente, que decidió ser un mediocampista más en busca de la superioridad. Tampoco estuvo preciso en sus centros.
Santiago Mouriño (5): Eficaz en el corte, veloz en los duelos, debe progresar con balón y asear su salida del juego. Es un gran marcador, pero de momento le faltan algunos recursos con el juego. No se entendió con Aguado en el gol del Racing, en un error compartido. En el plano defensivo, volvió a parecer un zaguero sin fisuras.
Jair Amador (6´5): Firme en la defensa del área, se siente un líder y lo demuestra. No estuvo preciso en los desplazamientos y tiene que dividir mejor, para facilitar la construcción del juego. Pese a todo, en su parcela, es el central más fiable. Es un defensor que defiende, sin peros.
Fran Gámez (5´5): Cumplió en un lugar complejo para él y proyectó algunas contras valiosas. La naturaleza de su juego le hace ir hacia dentro casi siempre, incluso cuando el partido pide amplitud y profundidad. Compensa sus limitaciones con un esfuerzo de fondista.
Marc Aguado (5): Firmó su partido más gris hasta la fecha. El equipo no le acompañó en la presión y le faltaron socios con el balón. Su valoración está muy condicionada por el fallo que permitió el gol visitante. Su pase comprometió a Mouriño y a todo el equipo. Cuando había recuperado la pista del partido, Escribá decidió sustituirle.
Toni Moya (5’5): Se ofreció en el inicio de la jugada y afinó en el balón parado. A su partido le faltó algo de valentía, conducción para salvar líneas rivales. Moya es mejor futbolista si tiene el gol en la cabeza. Y durante todo el encuentro la portería le quedó demasiado lejos.
Maikel Mesa (6): Fino, el juego del Racing le hizo mostrar su versión más inconexa y discontinúa. No apareció demasiado en las zonas de peligro, por mucho que dejara algunas muestras de su calidad. En la que fue su mejor acción, quiso para otros un disparo que era solo suyo.
Germán Valera (7´5): Fue el agitador que el Zaragoza necesitaba. Potente en carrera, no dejó nunca de intentarlo. Se soltó especialmente en el tramo final, hasta lograr el gol del empate. Estuvo en el principio y en el cierre de la jugada. En la segunda mitad, perdió protagonismo y se quedó sin piernas. Se ganó, eso sí, la mejor de todas las ovaciones.
Manu Vallejo (5): Estuvo lento e intrascendente. Pudo cerrar algunas acciones, pero no estuvo fresco en la carrera ni ágil en las decisiones. Perdió pie en momentos decisivos y se le vio sin fuelle cerca del área.
Sinan Bakis (4): Aislado durante el encuentro, le cuesta alargar al equipo y darle soluciones en ruptura. Se llenó de balón en las dos ocasiones que tuvo, ansioso, como si el gol fuese ahora un trauma del que debe liberarse.
Cambios del Real Zaragoza:
Iván Azón (6): Su presencia cambia el guión del partido. Aunque no resuelva todo lo que empieza, altera el partido y mejora al equipo. Ganó duelos, pero sigue sin atinar en el remate.
Jaume Grau (5): El equipo necesitaba un punto de aceleración y soltura. Él se conformó con dar el pase de seguridad, con controlar algo que ya parecía escrito. Estuvo firme, pero poco imaginativo.
Víctor Mollejo (6’5): La grada está con él, de un modo incondicional. Ese apoyo le eleva la autoestima y le hace pelear por todos los balones. Le dio un cambio de ritmo a su equipo que antes no tenía.
Sergi Enrich (5): El día que el equipo le necesitaba para desatascar el partido, no ofreció nada distinto a todos los anteriores. No dejó grandes pisadas en el área.
Sergio Bermejo (6): Solo tuvo un suspiro, pero ganó la línea de fondo y lo intentó más que el resto de sus acompañantes.
Entrenador:
Fran Escribá (4’5): Su equipo se atascó en la salida y vio como el Racing circulaba por un carril que para el Zaragoza era imposible. No acertó con la receta e insistió en buscar referencias cuando necesitaba piernas. Su plan se volvió previsible, quizá demasiado pendiente de un detalle y de ganar los partidos por inercia. A sus cambios les faltó un punto de imaginación, una consigna que no estuviera escrita. Se conformó con las tablas. Y con un empate que trajo el fútbol y la lluvia.