ZARAGOZA | El Real Zaragoza se alió con la épica para vencer al Tenerife en La Isla, en un partido que ganó en el toque de corneta. Perdió durante mucho tiempo, revivió sus dudas y no jugó bien casi nunca, pero resolvió a través del talento y de su cantera. O de las dos cosas, que también aparecen juntas. Samed Bazdar reinó en El Heliodoro en el momento de la verdad, en el punto que descubre a los elegidos. Antes, Pau Sans e Iván Azón también habían demostrado que son especialistas en lo suyo. El equipo, con sus lagunas y sus contradicciones, demostró en Tenerife que no está hecho para rendirse.
Gaëtan Poussin (5): Sin tener una responsabilidad directa en los goles, volvió a encajar por partida doble. No cometió errores groseros, pero dejó asomar algunas dudas en el encuentro. En el momento definitivo, se hizo grande y blocó los mejores centros.
Iván Calero (4): Confuso, jugó en Tenerife un partido raro, poco cabal, alejado del futbolista que ha sido en este inicio. Quedó mal parado en el segundo gol, mal perfilado, maldito también en el despeje. En el tramo final nunca dejó de intentarlo y buscó el quite del perdón.
Lluís López (8): Fue el líder de la zaga, el capitán necesario. Ganó duelos y detuvo las mejores carreras de Ángel y las opciones de sentencia del Tenerife. Marcó la línea y tuvo un protagonismo esencial en el gol de la victoria. El Tenerife había preparado jaulas para todos los atacantes y Lluís sorprendió con un zigzag al borde del área. En el momento clave, dividió y le cedió el testigo a Bazdar.
Bernardo Vital (5): En los últimos partidos ha perdido esa condición que tuvo al inicio: entonces pareció un defensor infalible. Su marca ofrece ahora algunas costuras, especialmente en los duelos a ras de césped. Dominó el aire, pero sufrió en la tierra, especialmente ante el truco de Luismi Cruz.
Dani Tasende (7): En ataque es un comodín, un jugador imprescindible. Gana la banda, centra sin pisar la raya y amenaza desde la larga distancia. Sus pases entre líneas descubren a un lateral que tiene el pie de un mediocentro. Debe afinar en algunos centros, pero en el juego posicional es un atajo diferente.
Marc Aguado (3): Gris, tímido en el juego y poco contundente en las disputas, sufre en el cuerpo a cuerpo. Conoce sus registros físicos y entiende que sus peores condiciones se concentran en los duelos. En lugar de buscar el robo, recula, espera y cede metros que a veces son definitivos. El gol de Aarón Martín lo demuestra. Sigue dando la impresión de que se conforma con menos de lo que puede hacer.
Keidi Bare (5): El partido y su equipo le obligaron a hacer muchos sobreesfuerzos en su regreso. Se volcó de un lado a otro, corrió sin descanso y llegó a marcar un gol que fue anulado. Notó su lesión y estuvo impreciso en varios pases claves. El partido, como era de esperar, se le acabó haciendo largo.
Ager Aketxe (4´5): Le sigue faltando un punto de explosividad y, quizá por eso, le cuesta probar suerte en los regates. Jugó en zonas templadas, perdió más balones de la cuenta y solo mejoró cuando se recicló como mediocampista. Sin estar fino, estuvo cerca de marcar en un disparo que solo podía ser suyo. Tiene mucho más fútbol dentro del que hasta ahora ha mostrado.
Adu Ares (2): Volvió a elegir mal, a equivocarse en todos los duelos. De momento, no es nada de lo que se esperaba que fuera. Pau Sans le enseñó en la segunda mitad lo lejos que está de ello.
Mario Soberón (5): Buscó el gol como siempre, pero acabó mermado por una dolencia muscular, retirado por Víctor en el descanso. Olfateó la ocasión, pero en el tiempo que jugó, apenas contó remates.
Samed Bazdar (9): El partido, extraño desde el inicio, bipolar hasta el final, también le afectó a él. En la primera mitad había acumulado 12 pérdidas en 24 contactos con el cuero. Nada le salía entonces, pero reaccionó con personalidad, recurriendo a su abanico. Se rehízo con un caño antes del descanso y desató a cuentagotas, con una lluvia fina, toda la tormenta. Fue en el tramo final, cuando decidió con dos remates en boca de gol, en dos acciones de listo. Talentoso y decisivo, Bazdar tiene ya el sello de los distintos.
Cambios del Real Zaragoza
Pau Sans (8´5): El partido parecía perdido y estaba para un acto de fe, también para un insolente. Allí apareció Pau Sans, sonriente, dispuesto a firmar una acción de calle, tres regates de barrio y el principio de la remontada. Sigue jugando al fútbol como si silbara, sin miedo a equivocarse, empeñado en divertirse. Y exactamente así es como puedo hacer feliz al resto.
Iván Azón (8): El canterano superó su bloqueo ante el gol en el mismo campo en el que debutó, como si el fútbol se escribiera siempre desde la hoja más caprichosa. Calcó en potencia el remate de Miranda y cambió con un gol el destino del partido. También el final de la historia.
Adrián Liso (6): El Zaragoza entendió que los ataques debían pasar por su banda y su carrera. El canterano aceleró y desequilibró la balanza. Le sigue faltando trasladar a los números la permanente sensación de peligro que provoca.
Toni Moya (8): Lideró la reacción del equipo, se expresó a través del pase y amenazó desde la larga distancia. Asistió a Azón y eligió bien en la circulación, precisamente cuando el Zaragoza caminaba más perdido que nunca.
Francho Serrano (SC): Víctor le situó de vuelta en el banquillo y utilizó sus kilómetros para abrochar el resultado.
Entrenador
Víctor Fernández (5): Como Bazdar, perdió muchas cosas durante 75 minutos y lo ganó todo en el tramo final, en acciones muy puntuales y concretas, que se resolvieron por la vía del talento. El fútbol colectivo no funcionó y el Zaragoza se atascó hasta el final contra un rival en inferioridad. La respuesta llegó desde su banquillo, de nuevo con el sello de la cantera. La nota se explica a través de una paradoja: Víctor se equivocó tanto al principio como acertó en la última marcha.