ZARAGOZA | El Real Zaragoza perdió en El Carlos Tartiere diez partidos después. El equipo de Escribá igualó la desventaja, tuvo ocasiones para vencer pero se encontró con un tanto de Masca en el descuento. El Oviedo fue práctico en el juego y concreto en el área, mientras Bermejo marcaba un gol de postal, el tanto de la jornada. El equipo asturiano jugó menos que el Zaragoza, pero acertó sobre la bocina, cuando ambos equipos ya sonreían por las tablas. La magia de Bermejo no sirvió para vencer a un equipo sobrio, trabajado por Cervera en su laboratorio.
Álvaro Ratón (4´5): Los dos goles no son responsabilidad directa suya, pero llega tarde al punto en el que otros reaccionan. Parece que a él no se le pueden pedir grandes soluciones, solo que cumpla con el expediente. Dos detalles juegan además en su contra: la sombra de Cristian Álvarez y que la afición prefiera a Dani Rebollo como sustituto.
Fran Gámez (5): Raúl Moro le hizo sufrir a la carrera y en el centro. Si se rehízo en algún punto, fue en ataque. A sus jugadas les falta claridad, pero ha descubierto una sintonía especial con Bermejo en su banda. Acabó lesionado y el equipo empeoró con su marcha.
Lluís López (5): Guardó bien la marca de Sergi Enrich y estuvo entonado en los duelos particulares, con algún corte al filo del remate. No estuvo fino en el primer tanto: regresó a su área a cámara lenta.
Jair Amador (5´5): Se perfiló bien para el despeje y marcó la línea, férreo en el juego aéreo. No pudo evitar que el Zaragoza cayera en dos zarpazos del Oviedo, en un juego que siempre se escribe por momentos.
Carlos Nieto (4´5): Viti Rozada le llevó al límite y Nieto se acercó más al futbolista que era al principio del curso que al que ha sido luego. La carrera del primer gol define el duelo y su partido: siempre fue varios pasos por detrás de Viti. Después, lo intentó por su banda, con pundonor, pero sin grandes aciertos.
Jaume Grau (6): Sobrio y tímido al mismo tiempo. Experto en los pases de seguridad y en el fútbol horizontal, le cuesta ser atrevido y saltar líneas verticales.
Francho Serrano (6´5): Su esfuerzo y sus kilómetros están siempre fuera de toda duda. Buscó su pista por el carril diestro, para darle al Zaragoza una salida más limpia. Estuvo, eso sí, lejos del remate y del peligro.
Sergio Bermejo (8): Firmó un gol que solo está al alcance de unos pocos y su tanto sirvió para alegrar una derrota. En la jugada, salvó un dos contra uno por la calle de en medio. 20 metros después, orientó con el interior un remate seco y arqueado, tan duro como plástico. Más allá del gol, la segunda parte mostró sus progresos y ese paso al frente que ha dado en los últimos meses. Tuvo la victoria en su cabeza, pero su magia está en su zurda.
Tiago Bebé (5): Siempre desequilibrante, cayó en la jaula del Oviedo y no leyó bien las situaciones colectivas. No tuvo ni tiempo ni espacio para cargar su pierna.
Miguel Puche (5): Tuvo intención y voluntad, pero nunca suerte. Le falta un punto de confianza en los metros finales y ambición para tener su sitio en los partidos. Provocó faltas, pero tiene más regate y desequilibrio del que muestra.
Iván Azón (5): Volvió a jugar más para el resto que para sí mismo. Aún así debe convencerse de que es mucho más que un jugador de equipo. Asumió golpes y encontró faltas, pero echó de menos a Giuliano Simeone.
Cambios del Real Zaragoza
Gaizka Larrazabal (4): En ataque, su paso por el partido no fue mucho más que una anécdota. Volvió a sufrir en defensa.
Alberto Zapater (5): Ejemplar y servicial. Le da a los partidos un sentido táctico especial, pero con la pelota no consigue grandes soluciones en el juego posicional de su equipo.
Pau Sans (6´5): Tiene sed de goles y desparpajo. Se atreve con el regate y es veloz, pillo e intuitivo. Pudo resolver en el área, pero su recurso fue brillante en el control y pobre en el disparo. Merece más tiempo.
Valentín Vada (4´5): Mantiene la línea de los últimos meses, cabizbajo y frustrado, no es ya ni una parte productiva de la rotación.
Entrenador:
Fran Escribá (5´5): Escogió mal al sustituto de Cristian, con Ratón en el lugar de Rebollo. Y se midió en un pulso lento con Cervera, que se resolvió en el último tramo, por la vía de la pegada y no del juego. El duelo se igualó en casi todo y si el Zaragoza fue mejor, no supo demostrarlo en el área. La segunda unidad marcó eso sí algunas diferencias: en el Oviedo los cambios variaron el plan y en el Zaragoza solo Pau Sans mejoró la suerte desde el banquillo. La salida de Iván Azón no pareció tampoco la mejor elección de Escribá, que supo darle la vuelta al contexto del juego tras el descanso. Ese camino solo tuvo una pista clara: la zurda de Bermejo. A cambio, el equipo asturiano acertó en el alambre y el Zaragoza perdió más de dos meses más tarde. El hechizo del madrileño no sirvió para vencer a la ciencia y el pragmatismo de Cervera y de su Oviedo.