Empiezo este artículo sin saber cómo titularlo. Hay una canción de Manolo García que dice que “Nunca el tiempo es perdido”, pero yo le diría a este artista que se lo pregunte a un zaragocista. Mi tocayo se está refiriendo, como es obvio, a que se puede aprender de cualquier situación y que de toda vivencia se puede extraer algo positivo. La experiencia nos dice a los zaragocistas qué como expresión, como frase, puede quedar muy bonita, muy poética y muy filosófica, pero a la hora de la verdad, once años es demasiado tiempo para tirarlo a la basura. En ese tiempo yo he escrito miles de artículos, tres novelas, nació mi sobrina, tres parejas decidieron dejarme, aunque estuviera también en mi cabeza hacerlo, ellas fueron más rápidas. Me resarcí dejando yo a otras tres, para dejar la cosa en tablas.
Pero aquí se viene a hablar de nuestro Real Zaragoza. Vivir en un continuo día de la marmota desde hace más de once años nos hace ser conocedores de nuestro futuro más cercano. Hay quien se pregunta sí todavía hay tiempo para llegar a los puestos de ascenso o de play off para aspirar a él. Sabemos que no, pero la esperanza es lo último que pierde un zaragocista. Lo de más moral que el Alcoyano debería ser cambiado con urgencia y ponernos a nosotros. Dicen que la historia siempre se repite, y esto se puede tomar de dos formas. De manera pesimista y pensar que nunca saldremos de este agujero inmundo que es la segunda división para un club con la grandeza del Real Zaragoza. Pero si eso es cierto, se puede mirar también de manera optimista, pues se tendría que repetir también lo bueno, es decir, nuestras estancias en primera división y los títulos conseguidos. La realidad nos muestra una oscuridad donde no se atisba ni un minúsculo rayo de luz. El zaragocismo se siente solo y desnudo ante un mundo que se viste de agresividad y que no nos tiene ningún cariño.
El zaragocismo está viviendo su propia realidad post-apocalíptica. Ninguna serie de HBO o Netflix podría llevar a cabo una ficción donde a una entidad le hayan pasado más cosas y ninguna buena. Succession es un juego de niños comparado con lo que le ha ocurrido al Zaragoza estos años. Y aun así, hay quién quiere creer que en los pocos meses que queda de temporada vamos a ganar los suficientes partidos para lograr el único objetivo que puede tener el club. El zaragocista no quiere ser una persona razonable. Si lo fuera, hace tiempo que hubiera abandonado a su club. El sueño de la razón produce monstruos como dijo ese paisano nuestro de apellido Goya. La pesadilla gozosa de ser zaragocista continua, y seguimos sin saber si a lo que tenemos que tener miedo es a despertar.