ZARAGOZA| A escasas horas del cierre del mercado estival, Bebé y Edgar Badía separaron sus caminos del Rayo Vallecano y el Elche respectivamente. Rápidamente los focos apuntaron a ellos. El destino, igual de caprichoso que siempre, quiso entregar en bandeja el regreso de ambos futbolistas pero Víctor Fernández se mantuvo en todo momento reacio a la contratación de estos. Resulta algo extraño siendo que la portería ha sido un dolor de cabeza durante todo el curso pasado y en las bandas tan solo Liso y Adu Ares representan ese perfil de extremo puro tan cotizado.
El entrenador zaragocista lo tuvo claro desde el principio: la portería estaba cerrada y en la banda no quería a Bebé. Esta situación que se le presentó al Real Zaragoza sobre la bocina representa diferentes lecturas y formas de verlo. Por un lado, el cuerpo técnico estaba completamente seguro de que con Femenías, Poussin y Cristian los palos estaban bien cubiertos. Es por eso que firmar a un cuarto guardameta en la recta final hubiera supuesto más un problema que una solución a pesar de que con el portero catalán se fichaba sobre seguro.
Por el otro lado y para muchos inexplicable, se dejó escapar a un futbolista como Bebé. Si algo necesitaba el Real Zaragoza antes del cierre de mercado era un atacante que jugara en las bandas. Se logró llegar a un acuerdo para la cesión de Adu Ares, pero aún así la zona de los extremos queda muy poco reforzada. El caso del futbolista caboverdiano es complejo. Recaló en las filas zaragocistas durante el mercado invernal de la campaña 22/23 y fue uno de los baluartes para hacer soñar a la afición con un posible playoff.
Aquel conjunto liderado por Fran Escribá escaseaba de futbolistas en ataque que fueran diferenciales y la llegada de Bebé supuso que este cogiera las riendas, se echara el equipo a la espalda y el resto de los compañeros jugaran para él. Ahora esto es diferente, Víctor Fernández ha creado una plantilla compensada en la que todos los jugadores son importantes -como ya ha afirmado en numerosas ocasiones- y un perfil tan individual como Bebé puede suponer grietas en la estructura.
Sea como fuere, solo el tiempo dictaminará sentencia en si el entrenador zaragocista tenía razón o no. Pero una cosa está clara y es que Víctor tiene las ideas muy claras en como quiere ser su nuevo Real Zaragoza.
En mi opinión cuatro porteros en nómina es un despilfarro en cualquier club que no sea de los de postín, que hoy en día son cuatro, y nunca mejor dicho. En segunda división, desde luego, sería un lujo. Si Poussin le demostró a VF su valía en la pretemporada, creo que el debate estaría ya cerrado pese que a mí, particularmente, Edgar Badía siempre me ha parecido un porterazo, como ya demostró también en nuestro equipo al final de la pasada temporada. Respecto de Bebé, entiendo que no case con la actual política del Club de rejuvenecer la plantilla, además de que Bebé es un jugador bastante individualista, y opuesto al carácter solidario que se quiere del nuevo Zaragoza. Creo que su fichaje hubiera causado muchos más problemas que soluciones. Además, si tanta era su valía, ¿por qué ha dado con sus huesos en un club como el Racing de Ferrol que no es de los equipos más pudientes de la categoría?