Personalidad, determinación, decisión, criterio… Fueron algunas de las palabras con las que Alcaraz definió el cambio del Real Zaragoza entre la primera y la segunda mitad ante el RCD Mallorca. Al míster no le falta razón. Los zaragocistas volvieron a ser un equipo de dos caras y así, el progreso del equipo se antoja muy complicado. En la primera parte se vio a un equipo sin personalidad, plano y triste. En cambio, en la segunda, los zaragocistas pusieron sobre el césped un juego combinativo, con carácter y tenacidad. Eso les llevó a igualar un 0 a 2 e incluso, poder ganar si no hubiera sido por las actuaciones de Parera, el guardameta del Mallorca.
El partido comenzó con un esquema de 5 defensas. Alcaraz dio continuidad a la misma línea defensiva que había sido titular en la victoria ante el Nàstic. Así, Delmás estuvo en el lateral derecho, dejando a Benito en el banquillo. Lo que resultó bastante sorprendente teniendo en cuenta que Benito es uno de los mejores laterales derechos de la categoría. En el centro del campo, Zapater ocupó el lugar del lesionado Ros y ya en la delantera, Vázquez fue titular en detrimento de Gual.
El encuentro comenzó de la peor forma posible. Por segundo encuentro consecutivo, el Zaragoza encajó un gol a balón parado en los primeros compases del partido. De nuevo, un error de Verdasca en la marca permitió que el rival se adelantase con un tanto de Lago Junior. Poco después, Biel y Lasure no acertaron a defender un ataque por banda del Mallorca. De nuevo, Lago Junior anotaba y hacía el 0 a 2 entre los pitos de La Romareda.
Alcaraz considera que estos errores no son fruto del planteamiento defensivo, sino de los errores de concentración de la zaga. Y es que si hay algo indiscutible es que una defensa con 3 centrales se dispone para dejar el menor espacio posible al rival. Con 3 centrales, un centro lateral no puede pasearse por el área pequeña sin ningún defensor que estire la pierna para defenderlo. Aquí, los más experimentados, en este caso Perone y Verdasca, deben llevar la voz cantante. El Mallorca aún pudo sentenciar, pero un gol de los baleares fue anulado en el minuto 29.
El Zaragoza cerró la primera mitad siendo un manojo de nervios. No había posesión ni pases acertados, incluso los balones se escapaban por banda en jugadas fáciles y sin oposición. Los blanquillos intentaban circular el balón, pero se quedaban en pases cortos que no iban a ninguna parte. Pombo desde la frontal era el único que ponía algo de emoción sobre la portería de Parera.
Alcaraz hizo una buena lectura del partido y puso sobre el terreno de juego a dos jugadores que están llamados a ser claves y diferenciales. Igbekeme entró por Zapater. Algo totalmente comprensible. Con Ros lesionado, un centro del campo con Zapater y Eguaras, sumado a una defensa de tres centrales, dota al equipo de un carácter de contención extrema. La creatividad de Igbekeme es necesaria en este centro del campo para poder conectar balones con los de arriba.
También entró Benito, dejando a Verdasca fuera y desplazando a Delmás como central derecho. Otra buena decisión del míster. El central portugués le está costando puntos al Zaragoza y hay vida más allá de Verdasca. Cualquier experimento puede resultar mejor, aunque aquí se abre de nuevo la gran incógnita de qué pasa con Álex Muñoz. Idiakez ya no contó con él y Alcaraz tampoco lo hace, ni siquiera cuando se lesiona Grippo.
Con Benito e Igbekeme en el campo, el Zaragoza dio un paso de gigante. El ataque por banda comenzó a carburar y el centro del campo por fin empezó a aparecer y encontrar balones que suministrar a Pombo y Vázquez. Para meter más mordiente, Alcaraz dio entrada a Gual que se sitúo de enganche. El que salió del once fue Lasure, quedándose así el equipo con 4 defensas y ocupando Nieto el puesto de lateral izquierdo. Un baile de cromos absoluto, un movimiento rápido de pizarra bien leído por Alcaraz que llevó al Zaragoza a reaccionar.
Gual anotó y dejó el empate en bandeja para Pombo. Con el 2 a 2 en el marcador, se vio que en el fútbol el factor anímico también es clave. El Zaragoza se lo creyó y pudo ganar en un final muy entretenido y emocionante. Más allá de los sistemas, sobre el campo deben estar los mejores. Con el tridente zaragocista de nuevo al ataque, Benito ofreciéndose por banda e Igbekeme dando dinamismo al centro del campo, el Zaragoza volvió a recuperar su mejor versión para dejar los minutos más entretenidos de la temporada en la Romareda.
El fútbol es táctica pero también personalidad. Esa personalidad blanquilla que se recuperó de nuevo en la segunda parte ante el Mallorca y nos dejo jugadores entregados, que sudan la camiseta, no dejan pasar un balón y van con todo a luchar ante quien haga falta. Ese es el Zaragoza que queremos. Esa es la personalidad zaragocista que puede cambiarlo todo.