El Real Zaragoza empató a uno en Sabadell en un partido marcado por el pragmatismo de los aragoneses, que aún a pesar de tener bien amarrado el discurso del partido, acabó dejando una rendija abierta.
Juan Ignacio Martínez seleccionó el mismo once inicial que a pasada jornada. Agua bendita esa continuidad para un equipo que con los dos anteriores entrenadores jamás repitió alineación. Más allá de eso el Real Zaragoza de JIM tiene nueve titulares claros y reconocibles. Así lo ha mantenido durante sus dos meses en la capital aragonesa y se nota.
El Real Zaragoza tuvo una consigna clara desde la pizarra. Encimar constantemente a Boniquet y Undabarrena (el mejor pie del Sabadell en salida). Ese doble pivote estuvo marcado con especial atención de Francho Serrano y James Igbekeme, dos jugadores que le permiten mucha flexibilidad táctica al equipo por su capacidad de kilometraje.
Los aragoneses defendieron con un 4-4-2 que normalmente se convertía en un rombo por la gran distancia que subía Francho para presionar, dejando a Eguaras como único pivote, o con un 4-1-4-1. Ahí tenía participación Narváez, pero como el colombiano no es tan asiduo en el esfuerzo defensivo y a JIM le conviene en ocasiones tenerlo más arriba, el Real Zaragoza solía dejar dos futbolistas descolgados.
El Real Zaragoza cortocircuitó el juego con balón del Sabadell y fue más incisivo cuando pudo atacar. Siendo vertical y sin entretenimientos sembró más pánico en área rival que en la propia. Una vez más, JIM parece haber florecido en un equipo abocado al desastre un recurso tan poco utilizado anteriormente y tan importante como el balón parado. 0-1 gracias a Bermejo y Jair.
Segunda mitad conformista
Pero en la segunda mitad el Real Zaragoza pecó de precavido. De conformista. Regaló por completo el esférico y eso le hizo perder sensibilidad para armar el contragolpe y permitió crecer a un Sabadell que llegó más lleno a unos últimos minutos marcados por pelotazos y tensión por lo que se estaba jugando. También los cambios se notaron, ya que existe una clara diferencia actual entre titulares y suplentes en los blanquillos.
El caos de infortunios con el penalti de Pep Chavarría y el fallo posterior de la pena máxima de Narváez demostró una cosa. Aunque pueda parecer que tienes todo atado, en el fútbol, un juego tan azaroso y sorprendente, siempre existirán cabos sueltos. Esos detalles no se pudieron controlar y el Real Zaragoza acabó perdiendo dos puntos que hubieran dado un golpe sonoro en la tabla clasificatoria.
No obstante por fin reina la tranquilidad en la Romareda. Uno se sienta a ver a su equipo y percibe armonía. Sentido en casi todo lo que hace. Queda apuntillar esa posición de nueve en la que, aunque Álex Alegría está ofreciendo mayores soluciones en el juego de espaldas que el Toro Fernández, sigue sin encontrarse un segundo goleador que le añada demolición a un equipo que con balón y sin balón suele tener las cosas claras.