ZARAGOZA| El Real Zaragoza empezó de la mejor manera su andadura en La Liga Hypermotion cosechando 15 puntos en las primeras cinco jornadas. Y La Romareda fue clave porque tres de las victorias fueron allí y no se encajó ningún gol. Ahora todo esto parece estar muy lejano. El equipo está inmerso en una mala racha en la que ha visto como el Mirandés y el Alcorcón han salido por la puerta grande del feudo zaragocista. Clubes que a priori no van a ser rivales directos y con los que no se deberían de perder puntos. Está claro que el conjunto liderado por Fran Escribá debe hacerse fuerte en su feudo acompañado de las casi 30.000 almas que abarrotan La Romareda para poder aspirar de verdad al ansiado ascenso.
El Real Zaragoza tiene una clara ventaja frente a sus competidores. Nadie de la categoría cuenta con un estadio y con una afición semejante. La mística que desprende La Romareda en las grandes noches no es equiparable a nada parecido. Y eso es un factor que el equipo debe explotar al máximo. Los próximos partidos a los que hace frente el equipo en casa resultan vitales para demostrar que el Real Zaragoza es aspirante a todo. Antes de que acabe el 2023, el cuadro zaragocista recibirá en casa al Éibar, Oviedo, Huesca, Leganés y Levante. Equipos siempre complicados y tres de ellos rivales directos.
La Romareda y todo lo que ello engloba debería ser sin duda un aspecto más que importante para los intereses del Real Zaragoza, pero suele ser un arma de doble filo. Los últimos años han pasado por la entidad blanquilla numerosos futbolistas jóvenes que no han sido capaces de convertir la “presión” del feudo zaragocista en algo positivo. Y así se ha visto reflejado durante la década que lleva el equipo en el lodo de la Segunda División. Ahora todo parece haber cambiado. Juan Carlos Cordero ha firmado a jugadores contrastados y con experiencia en la categoría que se mezclan con los que ya había en la plantilla. El Real Zaragoza ya no tiene excusas. Cuenta con la obligación de hacer de La Romareda un auténtico fortín donde esa presión de la afición se convierta en el motor para volver de nuevo al lugar que al club y la ciudad le corresponde.