ZARAGOZA | El Real Zaragoza le venció al Sporting de Gijón en el triunfo más feliz del curso. Venció y convenció, aferrado al entusiasmo de Mollejo, al corazón de Francho Serrano y convencido del talento diferente de Maikel Mesa. El equipo de Velázquez supo madurar el encuentro, aceleró en el momento de la verdad, encontró los errores del rival y venció hasta que lograr el triunfo más contundente del curso.
El Real Zaragoza puso todo lo que tenía en el inicio. Cuadró las novedades y proyectó un equipo atrevido, más en los intérpretes que en la idea. El encuentro se llenó de duelos, de una disputa perpetua. En ese terreno, Mollejo es un futbolista determinante, capaz de proyectar los centros más peligrosos del grupo. Si antes había llegado el primer intento del Sporting, el del Zaragoza fue un centro envenenado del toledano.
Si el inicio fue del equipo gijonés, el grupo de Velázquez se fue haciendo con el partido, al ritmo que proponía Francho y su sociedad con Guti. No acertó Toni Moya en una falta inmejorable. Tampoco en su rechace y el duelo se movió en un tanteo permanente. El equipo creció poco a poco, progresó y mejoró en cuanto Francho cambió el paso del juego.
Si el fútbol se volvía horizontal, Mollejo se atrevía a acelerar, a hacerlo vertical. Después de cubrir su banda, desbordó a su manera, con ímpetu y el corazón en la boca. El toledano fue todo lo que el Zaragoza necesitaba, el interruptor imprescindible. Y si alguien pudo marcar, aunque fuera con la colaboración estrecha de Izquierdoz.
El centro de Francho encontró la cabeza mágica, inspirada de Mollejo, que desvió al gol a la zona más peligrosa, al punto en el que los porteros no llegan y los defensas dudan. Tanto que Izquierdoz acabó desviando el balón al fondo de su portería. El autor intelectual del tanto improvisó con un gorro, se llevó las manos a la sien y celebró el tanto de todos.
El gol cambió el panorama, le dio autoestima al Zaragoza, pero tardó en buscar la segunda ocasión. Mientras tanto, el Sporting volcaba su juego en la zurda de Haissem Hassan. Allí estaba el mejor regateador, haciendo sufrir a Mollejo, que ofreció resistencia y peleó en una batalla que no siempre es suya.
En ese punto de la segunda mitad, la mejor jugada del Real Zaragoza pudo ser un gol para el recuerdo, pero acabó en tragedia. La condujo Francho, con cien pies para todos los encuentros. Habilitó a Akim, veloz en la carrera y circense en el servicio. Maikel Mesa hizo un pase ciego y allí estaba Guti, dispuesto a rematar, que se topó con el palo y un defensor. Su remate pudo ser un circulo perfecto, pero acabó en lágrimas y una lesión preocupante.
Cuando el Sporting cercaba el empate, Edgar Badía voló en una acción decisiva. Fue un salto ágil, felino, definitivo, hecho a su medida exacta. En su estirada consiguió además que el travesaño fuera su mejor aliado. En ese tramo del encuentro, el Zaragoza se mantuvo a la espera de un error, que llegó por partida doble.
En el primero, Maikel Mesa aprovechó para llegar a tiempo a su cita con el gol. Robó pronto y definió suave, para alcanzar su octavo gol del curso. También Francho Serrano supo esperar su momento, en otro guiño de la suerte, cuando Yañez se vistió de Gaëtan Poussin. El zorro, que no solo está ya para correr sino también para marcar, logró el gol definitivo. El tanto del canterano fue un cerrojo para el encuentro, una nana feliz para el partido y la mejor fiesta para la grada.
Guardó el reloj y el Zaragoza no logró el cuarto de milagro, ni la redención de Sergi Enrich ni de Manu Vallejo, que se quedaron a un dedo de marcar. El fútbol solo ofreció el lunar de Guti, preocupante en su retirada del campo. En todo lo demás, el partido sirvió para alcanzar una victoria imprescindible y de prestigio. Mollejo abrió el triunfo, Maikel Mesa sacó su varita y Francho Serrano agotó el cuentakilómetros y cerró un triunfo que puede modificar las tendencias. El partido se resumió en tres golpes, ejecutados por los jugadores que mejor resumen ya el plan de Velázquez. Su estilo ahora son las victorias ante su hinchada y una media inglesa que se sustenta en sus three lions.
Ganó el Zaragoza y La Romareda fue una fiesta, tan bonita como inesperada. Más tarde, llegó el miedo y la confirmación de una desgracia.
Pero donde está el mérito de los futbolistas del Zaragoza si los tres goles fueron TRES CAGADAS INCONMENSURABLES de los jugadores del Sporting que hizo el PEOR partido de los ultimos 10 años. De haber jugado a un 60% de como lo venía haciendo se hubiese llevado el partido de calle.