ZARAGOZA | La SD Huesca le venció al Real Zaragoza (0-2) e hizo más amargo el momento de los maños, húndidos en el ánimo y en el fútbol. El equipo de Antonio Hidalgo repitió el once que le hizo competitivo ante el Espanyol y empleó un juego inteligente, maduro y lleno de solvencia en La Romareda. Supo jugar con los nervios de los locales, tensos y emocionales al inicio, frágiles ante el primer golpe del encuentro, desesperados en la segunda mitad, vencidos con claridad en casi todas las cosas. Ganó y convenció un Huesca renacido, feliz en el jardín del Zaragoza.
El partido se movió en el terreno de la disputa al inicio y durante unos instantes pareció que el Zaragoza le había añadido a su fútbol el punto de intensidad necesario, el mismo que había perdido en sus últimos encuentros. No le faltó emoción a su puesta en escena, pero pronto le dio la espalda el fútbol.El Huesca supo contener el arranque, se aplicó en el esfuerzo colectivo y llenó los espacios interiores de ayudas y esfuerzo. La espera tuvo siempre un sentido: a partir de la recuperación, buscó la velocidad de Gerard Valentín y el regate de Joaquín Muñoz. Agazapado, siempre al borde del peligro, esperaba la firma de Samuel Obeng. Unos metros por detrás, Javi Mier levantó la cabeza, elegante y marcó la pauta de los oscenses.
Mientras los intentos del Real Zaragoza llegaban a balón parado, el fútbol se volvió un juego asimétrico. Los dos equipos trasladaron el centro de gravedad a un costado concreto. En el izquierdo del Zaragoza y en el derecho del Huesca, los dos velocistas coincidieron en el minuto 15. Germán Valera y Gerard Valentín se encontraron en la jugada que precedió al primer gol del partido. Valera, más fuerte y explosivo, Valentín, más elástico y veloz. Los dos se midieron en carrera y Valera consiguió evitar el centro. Llegó a celebrar su corte y a menospreciar el córner que vino después. Durante un segundo, no supo que había perdido.
El gol de Obeng lo cambió todo
El ensayo de Antonio Hidalgo acabó con el balón en los pies de Javi Martínez, en la banda contraria al lanzamiento. Desde allí, pisó el balón, levantó la cabeza y encontró a Samuel Obeng, libre de marca en el segundo palo, siempre inspirado ante el Real Zaragoza. En el turno de delanteros, Iván Azón perdió la referencia de Obeng, que remató a la red, en el gol que lo decidió todo (0-1).
El tanto le dio margen al Huesca y prisa al Zaragoza. Pronto cundió el pánico y el equipo de Escribá se desesperó. Cómodo el Huesca, jugó con los tiempos, cómodo en el repliegue y feliz en la distribución del cuero. Se encontraron Javi Mier y Javi Martínez, elegantes en la salida del juego y amenazó Joaquín Muñoz más que nadie. El extremo, escurridizo, agitó el partido en todas sus acciones y regateó hasta su sombra. En la más clara de sus carreras, atrasó el pase definitivo más de la cuenta, pero se encontró con la falta y la tarjeta de Santiago Mouriño. El lanzamiento de Sielva exigió la estirada de Dani Rebollo.
El primer tiempo terminó de ese modo, con un intento frustrado de Bermejo que resumió la impotencia del Real Zaragoza. Fueron los peores momentos de los locales, que llegaron a deambular en muchos tramos del juego. El Huesca, por su parte, supo tener el control sin tener siempre el cuero.
La reacción en la segunda mitad llegó a través del pundonor del grupo y de la carrera de Francho Serrano. El canterano ganó la banda y no encontró la sombra de Iván Azón en el remate. Supo aguantar la lluvia el Huesca y amenazó Juanjo Nieto con un disparo a la red lateral, en un aviso de lo que llegaría después. Mientras, el Zaragoza progresaba por el perfil izquierdo, en el camino que trazan los centros de Quentin Lecoeuche. No acertó Azón en ninguno de los remates, siempre caído antes de tiempo.
Juanjo Nieto, el nombre de la sentencia
Allí, mientras el Zaragoza buscaba el empate, llegó la sentencia de los oscenses. Javi Mier recuperó al borde de la falta y Juanjo Nieto encontró el frente despejado. El aclarado le permitió acomodarse el balón a su zurda y su golpeo, brusco y preciso, acabó en la escuadra del Zaragoza, en un lugar inalcanzable para Dani Rebollo (0-2). Los minutos que restaron fueron un quiero y no puedo del equipo de Escribá, en el centro de un clima tenso, en el que se llegó a palpar la ira y el enfado de la afición, especialmente visible con Jorge Pulido y cruel con Sergio Bermejo.
Solo Pau Sans mostró regate y rebeldía en el último tramo, más intención que cualquiera de los delanteros titulares del Real Zaragoza. Frustrado el equipo, llegó a esperar el milagro de un adolescente, pero se quedó siempre a una amplia distancia del empate. Cómodo con su ventaja, el Huesca supo jugar con el tiempo y el reloj en los últimos minutos, entonado también en los cambios, con Kento Kashimoto al mando de las operaciones. Unos metros por detrás, Jorge Pulido fue el líder espiritual, el capataz del grupo. Si Obeng le dio aire y un gol definitivo a su equipo, en los costados Gerard Valentín y Joaquín Muñoz afilaron sus regates. En una victoria coral, resta todavía una pieza: Juanjo Nieto actuó como un mediocampista más y fue la llave maestra. En el momento más complicado de los oscenses logró dictar la sentencia de Fran Escribá.
El equipo de Antonio Hidalgo encontró el tesoro que buscaba y logró asaltar La Romareda.
Ficha Técnica
Real Zaragoza: Rebollo; Borge (Gámez, 56), Mouriño, Jair, Lecoeuche; Francho, Grau (Aguado, 77); Valera (Mesa, 56), Bermejo (P. Sans, 77); Sergi Enrich (Manu Vallejo, 56) y Azón.
SD Huesca: Álvaro Fernández; Gerard Valentín (Martos, 92), Juanjo Nieto, Blasco, Jorge Pulido, Loureiro; Javi Mier (Vilarrasa, 86), Sielva (Kortajarena, 86); Javi Martínez (Kento Hashimoto, 63), Joaquín (Hugo Vallejo, 86); y Obeng.
Árbitro: González Esteban (Comité Vasco). Expulsó a Lluís López (76), que estaba en el banquillo por su protesta. Amonestó a Javi Martínez (12), Mouriño (35), Loureiro (45), Bermejo (72) y Gerard Valentín, 80).
Goles: 0-1, min. 15: Obeng.0-2, min. 70: Juanjo Nieto.
Siempre de acuerdo contigo Pepe. Siempre hemos mantenido que el problema era Ziganda.
Creo que era evidente, Javier, efectivamente. Ziganda estimo que tenía al equipo encorsetado y sin ganas. Eso provocaba no solo una falta de rasmia preocupante y un tedio sin límites en la afición, sino también errores de juvenil impropios de jugadores de un nivel que, sí, tenían de sobra. Mimbres había, por más que todavía algunos se empeñen en mantener lo contrario.
Sin palabras, equipo, sin palabras. De que erais capaces de bastante más de lo que habíamos visto hasta ahora no me cabía la menor duda, como se puede comprobar en mis comentarios en pasadas jornadas. Pero la gran tarde que nos habéis hecho pasar hoy es difícilmente descriptible. Gracias. Anhelando ver ese Alcoraz el viernes, ojalá que lleno hasta la p. bandera.
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