La SD Huesca goleó al Mirandés por la desatención rojilla puesta hacia Samu y la inferioridad numérica que sufrió el conjunto de Terrazas en la medular.
El conjunto azulgrana resolvió de manera francamente sencilla un encuentro que se preveía muy complicado por el estilo de fútbol que practica el rival y por los números que había cosechado hasta la fecha. Sin embargo, el hilo local de mediapuntas veloces e inteligentes se encargó de echar por tierra un sistema que apuesta por el buen fútbol pero que cavó su propio tumba. Un 3-4-3 rojillo (con rombo) frente a un 4-2-3-1 azulgrana (con un único delantero) permitió a los de Anquela alzarse con la victoria.
En lo particular, Juan Aguilera y Melero firmaron una actuación fabulosa. Juntos y por separado. Porque el ex de la Ponfe había de ser la pareja de su compañero madrileño, pero con la lesión de éste y la llegada de David López, la medular se convirtió en un rompecabezas que, o ha salido muy bien o, en ocasiones, muy mal. Aguilera y Melero jugaron juntos, pero de verdad. Bascularon a la vez, formaban en línea, saltaban a presionar la salida del Mirandés (causa del primer gol) y cerraban espacios. Solidez; inteligencia y claridad.
Otro nombre es el de Alexander González, quien ayudó mucho a esa medular y permitió que Vadillo jugara más suelto en ataque. El venezolano apoyó mucho a su centro del campo e hizo que al Mirandés le costara más si cabe penetrar por su costado izquierdo, por el que lo intentó en la mayor parte de las ocasiones. Un Mirandés que quiso tener el balón en campo del Huesca, pero que cedió mucho terreno a su espalda y, a su vez, los azulgrana permitieron entrar a los de Terrazas pero no defendían atrás. Todo ello suponía que el Huesca encontrara facilidades al contragolpe; un regalo de espacios aprovechado por Samu y Vadillo.
El Huesca practicó un fútbol inteligente y rápido. El Mirandés atacaba con muchos y el Huesca salía con sus cuatro hombres más adelantados en transición ofensiva. Los de Terrazas, sin embargo, no le imprimieron velocidad a su juego con balón, y los azulgrana no sufrieron. Además, Samu recibía mucho y solo; el Mirandés puso poca atención en él, y lo hizo de manera inconsciente. Ni Terrazas se dio cuenta. Al cerrar con tres, solo un central se ocupaba de Borja Lázaro y ninguno de los otros dos saltaba a por Samuel. Asimismo, Rúper siempre se colocaba mal (por delante de él) y el Mirandés sufría inferioridad en su centro del campo (4×5).
El cuadro rojillo mantuvo el esquema todo el encuentro. Resultó ser un mal planteamiento ante este Huesca, un Huesca que practica un 4-2-3-1 pero con jugadores hábiles y veloces en trescuartos y que, en el despliegue ofensivo, prácticamente se convierte en un 4-2-4 muy dañino para los rivales. Algo que se pudo ver en el segundo tanto, en un contragolpe tras un saque de esquina en contra, en el que el Huesca terminó con más jugadores en el área del Mirandés que el propio conjunto visitante. Y con todo ello, un Samu que le ganó la partida en todas las ocasiones a su pareja de baile, Rúper, quien no supo ni cómo defenderle ni cómo situarse y, si le das facilidades al rubio…
Anquela le dio descanso a Alexander metiendo a Ferreiro (70′) y posteriormente a Vadillo, entrando David López en su lugar (78′). Primero, el gallego actuó en la derecha y, con la entrada del ’23’, pasó a la izquierda para que fuese Samu Sáiz quien ocupara el costado derecho y, David López, la mediapunta. El Huesca terminó controlando el encuentro gracias a los tres centrocampistas que sumó por dentro y a haber jugado un partido que se antojaba difícil pero que se tornó en algo sorprendentemente sencillo una vez iniciado.