La SD Huesca volvió a dejar una jornada más su portería a cero y lo hizo tras tres jornadas consecutivas recibiendo goles. Si las primeras semanas sirvieron para constatar la fiabilidad defensiva, las últimas han servido para evidenciar una falta de consistencia que se convirtió en tranquilidad tras el choque ante el Almería.
Muchas eran las miradas puestas en la línea defensiva y más concretamente en la pareja de centrales. La lesión de Carlos David, además de un contratiempo, había supuesto la pérdida de una referencia, ya no solo por sus condiciones sino por su peso dentro del vestuario. El tándem formado por el jugador extremeño y Jair estaba siendo unas de las sensaciones de este inicio de liga, mostrando una seguridad y compenetración muy elevada. Su ausencia, unida a las dudas generadas por Íñigo López en los partidos precedentes, no invitaban mucho al optimismo, de allí la importancia de recuperar sensaciones.
Si el partido ante el Valladolid ya dejó muestras de una mejora defensiva, el último partido ante la UD Almería volvió a dejar claro que esta SD Huesca debe hacerse fuerte desde atrás y que, cuando lo consigue, es un rival tremendamente difícil de superar. Es cierto que todo cambio lleva consigo un periodo de adaptación, y la baja de Carlos David vino unida a un bajón en el nivel general del equipo, lo que también puede explicar esa sensación de vulnerabilidad dada en los últimos compromisos. Cuando el Huesca se ha comportado como un equipo, serio, rocoso y concentrado, el conjunto y sobre todo la línea defensiva han mejorado sus prestaciones.
Así pues, la línea formada por Akapo, Íñigo López, Jair y Brežančić vio recompensado su buen hacer con la siempre gustosa recompensa de ver su portería a cero. Es de esperar, salvo que algún contratiempo no deseado así lo quiera, que repetirán titularidad en el próximo partido ante el Mallorca con el fin de afianzar una línea que poco a poco parece recobrar sensaciones pasadas.