ZARAGOZA | Keidi Bare es una decepción más dentro de lo que es el Real Zaragoza actual. Quizás una de las más graves en lo deportivo. Se tenían puestas muchas esperanzas en un jugador que parecía que había sido importante para el ascenso a Primera División del Español. Pero sí uno lo mira de una manera más analítica ve que no lo fue tanto. Ni fue titular indiscutible ni se le ofreció una oferta de renovación. Un jugador propenso a lesionarse y a que le saquen tarjetas por un ímpetu que poco tiene que ver con ser un jugador con criterio y cabeza fría.
En el Zaragoza no ha cambiado la cosa. Ya ha tenido una lesión de larga duración y las tarjetas le acompañan como una segunda piel. Ese carácter que tanto necesitaba el centro del campo del equipo apenas se ha visto con cuentagotas, diluido como un azucarillo entre la mediocridad del equipo. Ese presunto líder ha resultado de momento ser un jugador esquivo y que pasa desapercibido. Destruye poco y crea menos. Si un servidor es tan exigente es porque es uno de los jugadores que más cobra de la plantilla y de los que tiene mejor currículum. Lo que no hay que hacer es machacar a los chavales de la cantera, que cobran un tercio o menos que él, pero dan el triple en el terreno de juego.
Ojalá Keidi Bare lea este artículo y me calle la boca. Nada me gustaría más que lo imprimiera y me abofeteara con él en la cara. Que me demuestre que no se le ha olvidado jugar al fútbol y que ese carácter y esas condiciones para practicar el fútbol profesional no son una cosa del pasado, sino algo que florecerá en el presente y en el futuro. Estoy deseando que sea uno de los líderes que nos lleve a Primera División y si hace falta llevarle en hombros por toda la ciudad. Pero mientras tanto, Keidi, quédate con la primera parte de este artículo, que es tu triste realidad.
Este Real Zaragoza es un fiasco año tras año, bien conoce la dirección del club la ciega entrega de los seguidores del club y su entrega, otro año que empieza bien y acaba como los últimos doce.
Los aficionados seguiremos apoyando ciegamente.