ZARAGOZA | En el fútbol pocas relaciones parecen tan especiales como la que se establece entre los dos centrales. Si el juego se explica mejor en parejas, los lazos y la sintonía de los defensores suelen definir el principio básico de cualquier equipo. En el Real Zaragoza, Lluís López y Bernardo Vital han ocupado las vacantes en el carril central. Esa primera sociedad parece difícil de disolver, entre otras cosas porque el resto de las opciones no han mostrado las mismas garantías o no se han llegado a probar. También porque entre ambos se ha establecido una complicidad feliz, una conexión ganadora.
López y Vital han ocupado la zaga en 8 de los 9 partidos que se han jugado en este inicio de competición. Su única separación se explica a través de la expulsión de Lluís en El Molinón, que dejó una opción abierta para Kosa ante el Racing de Santander. La mezcla entre el portugués y el eslovaco, novedosa en todos los aspectos, no llegó a cuajar. Todas las piezas encajaron mejor con el regreso de López, que llegó a ser protagonista en el triunfo en El Heliodoro. Luis Costa dio con la clave en La Jornada: “A mí me gusta analizar los centrales en pareja: Pepe no hubiera sido lo mismo sin Ramos, Piqué no hubiera sido lo mismo sin Puyol. Hay posiciones que se pueden analizar por separado, no ocurre lo mismo con los centrales. Si alguna vez soy entrenador, mis centrales irían juntos hasta el baño”.
La mezcla de Lluís López y Bernardo Vital se explica, como la de todas las parejas, a través de un equilibrio entre las similitudes y los contrastes. Los dos comparten la capacidad de mando, buenas dotes defensivas y un principio fundamental para este Zaragoza: ambos buscan una salida limpia de juego. Les separan algunas condiciones innatas. Vital, más veloz e impulsivo, arriesga en la anticipación, acierta más en el cara a cara y gestiona mejor las situaciones de campo abierto. Lluís López, por su parte, posee más experiencia y conoce mejor sus límites: regula mejor los esfuerzos, domina más el fútbol aéreo y es capaz de trasladar la jerarquía que tiene en el vestuario al césped.
Distintos puntos de partida
El fútbol del Real Zaragoza, capaz de desatarse en el intercambio de golpes, sitúa a los centrales en una posición delicada. López y Vital deben gestionar los metros que surgen a su espalda, entenderse en las marcas individuales y comprender que la defensa de uno no acaba nunca, ni siquiera cuando empieza la del otro. De momento, se han asentado en el equipo de Víctor Fernández como una pareja sólida, partiendo además de puntos muy diferentes.
Si Bernardo Vital cayó de pie en La Romareda y le favoreció el efecto de la primera impresión, Lluís López ha tenido que trabajar en silencio y librarse de algunos complejos y otras etiquetas. El central, inédito durante la primera mitad del curso pasado, solía desglosar su método en la esfera privada: “Hablábamos con él para animarle y resulta que era él el que nos animaba a nosotros”, dicen algunos de sus mejores amigos en Zaragoza. “Solo conozco una receta: el trabajo. Y sé que acabará llegando mi momento”, solía decir Lluís López entonces. Su tiempo ha llegado ahora, convertido además en el hermano mayor de muchos futbolistas. Maduro y liberado de sus dudas, su evolución se ha acentuado junto a Bernardo Vital, un defensor que nunca pareció un debutante.
El Zaragoza confía en su carril central, en una de esas parejas que explica mejor este juego. Y Víctor Fernández espera que uno siga terminando las frases del otro.