El Real Zaragoza regresa hoy a su querida Romareda, donde ya nada será igual. A las 18:30h, 22 jugadores saltarán al campo, acompañados del equipo arbitral. Desde las horas previas al encuentro, miles de zaragocistas animarán sin parar a su equipo, pero algo faltará. Al entrar al estadio, nadie tardará en darse cuenta de que uno de los graderíos con más historia del fútbol español es ahora una simple lona que oculta escombros, obras y recuerdos. Todos tendremos que acostumbrarnos a esa impactante imagen, a las miles de almas blanquillas que no podrán apoyar a su equipo desde la grada, a la vida sin el Gol Sur.
No es para menos, pues será el primer partido desde la inauguración de La Romareda en 1957 en el que ningún zaragocista ruja desde el Gol Sur. Desde aquel año, el templo maño ha sufrido tres remodelaciones, en 1977, 1982 y 1994, en las que se amplió la capacidad, se añadieron las torres de iluminación y los videomarcadores y todas las localidades pasaron a ser asientos. Sin embargo, nada en comparación a la renovación por la que está pasando, que acabará en 2028. Para entonces, La Romareda será ya La Nueva Romareda, más grande, más moderna, mejor.
En el Gol Sur se han vivido muchos momentos históricos para la entidad blanquilla. En la portería que allí se ubica, Ewerthon marcó, en las semifinales de Copa del 2006, el 6-1 del Real Zaragoza ante el Real Madrid de los galácticos. También ante los galácticos, cuatro años antes, Acuña anotó un golazo desde el medio campo que puso patas arriba el estadio. Además, tantos como el de Álvaro Maior, que certificó la salvación en la 03/04, serán siempre recordados entre la afición.
La estampa de La Romareda a medio construir será dura, pero debe considerarse un símbolo de progreso. Progreso hacia el estadio que merece la ciudad, un templo de primera que vuelva a llenar de orgullo a cualquier zaragocista. En 2025 la afición dirá ‘hasta luego’ a su templo, al cual no volverá hasta 2028. En la lona colocada en el Gol Sur se lee ‘Zaragoza nunca se rinde’. Es un lema que ha acompañado a la entidad desde incluso antes de que el estadio fuera construido. Y así debe seguir, porque no importa donde juegue el Real Zaragoza, sino lo que representa. La rasmia, la ilusión o la perseverancia son valores que han acompañado a la entidad desde 1932, y continuarán haciéndolo.