Gonzalo Larrocha llegó a Alcolea de Cinca por motivos laborales, es profesor de matemáticas, y por amor. Su pasión es la escalada y en los dos últimos años, este tinerfeño de nacimiento, ha encadenado cinco novenos.
Escaladores. Son una tribu especial. Una forma de entender la vida y la montaña tan particular que es difícil de adentrarse en ella. Tipos fuertes. Durísimos. Acostumbrados a medir el peligro con exactitud. Dueños de paredes imposibles. Casi siempre de desafío en desafío. Especiales. Uno de ellos, como otros muchos, tiene en las paredes del Pirineo de Huesca y en la Sierra de Guara su hábitat natural; en el Alto Aragón su residencia. Se trata de Gonzalo Larrocha. Tinerfeño de DNI -32 años-, murciano de crianza y actualmente en Alcolea de Cinca, cerca de Guara y de sierras de Lérida, lo que facilita su fanatismo con la escalada. Es, además, profesor de matemáticas, de 3º y 4º de la ESO. Y cuando no va a la pared natural, su territorio es Barbastro ya que entrena en Cuevastro.
Lleva unos años de pura acción. En los dos últimos ha encadenado cinco novenos. Algo de lo que muy pocos pueden presumir. Pero para llegar a ese punto de calidad, siempre es necesario un principio, un acercamiento a las paredes. Gonzalo llegó a la escalada vía materna y por la pareja de su madre. “Con 12 años me llevaron a los Alpes. Me gustaron mucho esas montañas y sentí que para prepararme para subirlas una de las cosas que debía hacer era para aprender a escalar. La pasión por la montaña luego se fue transformando en la escalada deportiva”, recuerda. Parte de su familia sigue residiendo en Tenerife y aprovecha las visitas para escalar en la isla lo que orilla ese concepto que la isla es turismo exclusivo de sol y playa. La zona de Arico, sus barrancos, también son territorio para escalar. Además, claro, del psicobloc.
El horario de profesor de matemáticas le permite seguir en la brecha. Es cuestión de organización. De buscar las horas y de ser muy bueno en lo suyo. “Hay un par de días a la semana que puedo salir un poco antes y en invierno cuando los días son cortos aún tengo tres o cuatro horas para escalar antes de que se vaya el sol. Cerca de Alcolea tenga Alquézar, Rodellar o en la cueva ilerdense Santa Linya (Lérida) donde encadenó ‘La novena enmienda’.
Gonzalo Larrocha desembarcó en Alcolea de Cinca desde Murcia donde era profesor. Los recortes en Educación le pasaron factura y en 2012 perdió su trabajo. “Me pasé prácticamente dos años intentando dedicar a cosas de aventura y a estudiar oposiciones. En 2014 salieron las oposiciones de Aragón, saqué plaza, como mi primer destino me dieron Binéfar y empecé a vivir en Barbastro. Me apunté a su rocódromo, conocí a Silvia y ella es de Alcolea de Cinca”, cuenta. Luego consiguió plaza en Alcolea por lo que en esta localidad de la comarca del Cinca Medio tiene el trabajo, el amor y la cercanía a paredes donde escalar. Desde febrero de 2015 su periplo le ha llevado a firmar ‘Fabela pa la enmienda’, ‘Fuck the system’, ‘Era Vella’, ‘Selecció natural’ y ‘La novena enmienda’, una vía de unos 45 metros que está en la cueva de Santa Linya bastante desplomada que se compone de dos largos. El primero lo encadenó en 2013, cuando estaba sin trabajar. El segundo tiene más similitudes a lo que hay en Rodellar.
Si en la escalada la graduación de las vías hay casi siempre un intenso debate sobre su valoración, Gonzalo reconoce que “el grado motiva, pero también hace de barrera. Cuando sabes que estás haciendo algo duro te limita, te corta. Lo que no me gusta mucho son los piques que surgen.Lo que creo es que hay que ser lo más honesto posible y a veces en escalada se entran en polémicas que no sirven de nada”. Entre los proyectos que tiene en cartera ha empezado a probar ya ‘El templo del té’, en Alquézar, una vía de 8c.