Los diez partidos de Fran Escribá al frente del Real Zaragoza son ya una muestra lo suficientemente grande como para sacar conclusiones. Una vez más, confluyen positivas y negativas y ambas ratifican los problemas de la entidad aragonesa para lograr una progresión que les permita marcar objetivos más allá del cortísimo plazo. La redención de Francho Serrano y la píldora de ambición insuflada en el discurso copan las buenas noticias. La caída de Jaume Grau y la tendencia a nadar a contracorriente hacen lo propio en el bando contrario.
Mientras Escribá busca el equilibrio entre los dos, la temporada se le sigue resbalando a un Real Zaragoza que, más allá de temer la famosa tierra de nadie que ya conoce, continúa sintiendo el humo del infierno de los puestos de descenso pegado al trasero. Ante la Ponferradina el panorama no es mucho más esperanzador después de la herencia que dejó la derrota en Gijón: cuatro sancionados tras acciones poco justificables en la mayoría de los casos.
No mejora tampoco la actualidad debido al excelentísimo legado (léase con toda la ironía del mundo) que dejó Miguel Torrecilla con operaciones encubiertas de por medio y apuestas que han naufragado sobresalientemente. Juan Carlos Cordero sigue trabajando a destajo en la salida de Petrovic, que sigue ahogando al club maño, pero todo se complica desde el plano económico. En el plano de llegadas, Manu Vallejo ha elegido Oviedo y la salida de Andrés Martín del Rayo Vallecano está lejos de producirse.
Francho adelanta a Grau
Posiblemente, el problema medular es el que más se ha invertido desde el comienzo del año. Francho es en enero el timón que Grau era en los primeros meses de competición y la recuperación de uno y la caída del otro son evidentes. Mientas a Grau le afecta el ‘virus de las zonas frías’ (mismo que a Manu Molina), donde predominan los pases hacia atrás, el canterano se ha adueñado de la sala de máquinas con el recorrido, rigor táctico y buen trato de balón que tanto caracterizaba al valenciano.
Ahora mismo, poca duda puede surgir al respecto con el rol en plantilla de los dos jugadores. Tampoco con el de su acompañante. Alarcón llegó hace tres semanas y se ha convertido en todo lo indiscutible que debe ser Zapater. El chileno, beneficiado por las lesiones del capitán, ha tenido una carta de presentación amarga. Y, claro, la muestra más patente de que el centro del campo zaragocista está en crisis se centra en que Zapater, sexto futbolista en la rotación central de Carcedo a principios de curso, ahora se le añora como el que más.
La ambición final para contrarrestar el nado a contracorriente
Es la asignatura pendiente de Fran Escribá. Su Real Zaragoza encaja el primer golpe en el mentón siempre antes que su rival. En 6 de los 10 partidos disputados bajo su mandato ha sido así. Eso sí, sabe reponerse y tal como los recibe, golpea él. Sobre todo en los últimos minutos, donde se ha convertido en un auténtico monstruo: ha sacado en un periodo tan corto de tiempo 7 puntos tras ir en desventaja.
Precisamente es esto lo que inyecta ambición en el mensaje que se promulga desde el banquillo. El Real Zaragoza ha convertido un contexto vulnerable en una de sus principales armas, pero no es algo sostenible en el tiempo y tendrá que revertir tal tendencia tan pronto como quiera aumentar el listón de su meta final.