La temporada 2008-09 supuso el último ascenso del Real Zaragoza a la Primera División española en una campaña histórica para el equipo aragonés. Aquella campaña fue la última vuelta a la máxima categoría nacional, todo con jugadores que se han convertido en nombres legendarios para el club, liderados por un inexperto Marcelino García Toral.
Un desafío tras la caída
La temporada 2007-08 fue especialmente dura para el Zaragoza. Tras varios años en Primera y con una plantilla que las apuestas de La Liga de Betfair situaban en posiciones para disputar competiciones europeas, el equipo descendió a Segunda División, lo que obligó a la entidad a replantearse sus objetivos. La directiva se propuso conseguir el ascenso de vuelta de manera inmediata.
En este contexto, Marcelino García Toral fue el líder del equipo. A pesar de ser un técnico joven, llegaba con un fútbol ofensivo y dinámico. Desde los despachos, se armó una plantilla compensada, mezclando jugadores experimentados con jóvenes talentos que venían desde abajo. La idea era convertir La Romareda en un fortín para sumar la mayoría de puntos en casa y, de esta forma, situarse en los puestos altos de la clasificación cuanto antes.
Pese a la presión inicial, el Zaragoza encadenó varias victorias clave que le sirvieron para colocarse en los puestos de privilegio. Jornada tras jornada, los aficionados cogían ilusión viendo cómo el equipo recuperaba el buen fútbol.
Protagonistas que dejaron huella
Entre los nombres que despuntaron aquella temporada, destacó uno de los de arriba: Ewerthon. El brasileño anotó 28 goles gracias a un olfato goleador y una buena velocidad para correr al espacio, letal en los partidos decisivos. Ewerthon se complementó muy bien con sus dos compañeros de ataque, Braulio y Arizmendi, aportando cada uno movilidad y profundidad para despistar a los rivales.
En el centro del campo, Gabi y Alberto Zapater fueron los encargados de equilibrar la medular. Gabi se encargó de robar balones y distribuir juego, mientras que Zapater, llegado desde la cantera, se convirtió en un box-to-box tan necesitado por la plantilla. Junto a ellos, el joven Ander Herrera, que empezaba a dar muestras del talento que más tarde lo llevaría a la élite. Su visión de juego y técnica demostraron que el futuro del club también pasaba por apostar por los jóvenes.
Atrás, Pavón, Paredes y Diogo fueron los encargados de ofrecer solidez y experiencia, mientras que el guardameta López Vallejo se encargó de responder cuando la defensa no era suficiente para mantener vivas las esperanzas zaragozanas en las apuestas de Betfair partido tras partido. La unión de talento, oficio y hambre llevaron al club a terminar la campaña en segunda posición, con la recompensa del ansiado ascenso directo. La celebración devolvió la ilusión a la ciudad y afianzó el sentimiento de pertenencia a unos colores. Ahora, más de 15 años después, el Zaragoza vuelve a estar en Segunda División, afianzados en la zona media de la liga, pero con una vuelta a Primera División que parece todavía lejana. De momento nos conformamos con recordar el año 2009, cuando el zaragocismo volvió a latir con fuerza.