ZARAGOZA | Toni Moya volvió a ser nocivo para el Real Zaragoza en la última jornada disputada. Su valía sobre el terreno de juego a lo largo del año ha sido escasa por no decir nula. Con la llegada de Víctor Fernández pareció que cogía un poco la onda y empezaba a hacer alguna cosa positiva para el equipo, pero es que venía de una temporada lamentable donde su nota media se acerca más al cero que a un suspenso raspado. Lo que sabremos este fin de semana es si aporta más desde la grada o desde dentro del campo. A priori las cosas dan a entender que aportará lo mismo, la nada más absoluta.
La diferencia ahora es que Toni Moya ha pasado de pasar desapercibido en el césped por la incomparecencia de su alma y de su cuerpo, ambos dormidos en cuanto el árbitro pita el comienzo de los partidos, un hombre invisible y angelical incapaz de hacer daño a nadie, ya tiene bastante con el que hace a su propio equipo, por un jugador que decide borrarse al entrar el demonio dentro de él y efectuar una acción peligrosa para la integridad física de un contrario.
No sé si Toni Moya sabía las consecuencias de su acción. La frialdad de su temperamento y su inacción tan intrínseca a su ser hacen dudar de ello. La plantilla lleva toda la temporada sufriendo la lacra de las lesiones, y donde más se ha recreado es dónde más daño puede hacer, el centro del campo, que ha brillado por su ausencia todo lo que llevamos de curso y que solo ha sido dignificado por Francho, lesionado, como es lógico en este equipo. Como también lo está Marc Aguado. Pues va el señor Toni Moya y decide cargarse no solo el partido más que digno que estaban realizando sus compañeros, sino que consigue que en el siguiente sólo se tenga a un jugador de la primera plantilla para esos puestos.
Toni Moya podrá decir que para estos momentos están los jugadores de la cantera, y tiene razón. Pero es que ese filial, que por cierto sí que dignifica el escudo que llevan en el pecho, se está jugando el ascenso de categoría que los mayores llevan tiempo buscando y fracasando con estrépito. Además, seguro que harían un papel mucho mejor que los que han ocupado esas posiciones durante la temporada. Vaquero, que metió un golazo de falta en el primer partido del play off de ascenso, tiene el compromiso y las ganas que Toni Moya ha demostrado no tener. Solo hay que ver como acabó el partido contra el Pontevedra, totalmente reventado. Un equipo, el Deportivo Aragón, que sí que sabe jugar esos minutos finales donde aguantar el resultado favorable y ante un rival lleno de jugadores con más años que un bosque. Y sus mayores, siempre remando para volver a morir ahogados en la orilla.
No sé qué experimento hará al final Víctor para ocupar el centro del campo. Lo que está claro que más difuminado no puede estar. Para ver la claridad habrá que mirar hacia Pontevedra, aunque juguemos contra otro equipo gallego, el Racing de Ferrol y lo hagamos en nuestra querida y vieja Romareda.