ZARAGOZA | La Ciudad Deportiva se mantiene, un curso más, como una fuente inagotable de talento. Los rastros siguen vigentes en el primer equipo, con Francho Serrano en el lugar de líder. Le acompañan Alejandro Francés e Iván Azón, mientras Miguel Puche se rebela ante su suerte. El regreso de Marc Aguado sitúa el medio del campo en un plano distinto. Andrés Borge avanza en busca de un hueco, con las virtudes de un defensor total. Al mismo tiempo, en el costado diestro Marcos Luna muestra su zancada y su centro. En el izquierdo, Carlos Nieto cumple una ley no escrita: venga quien venga, él seguirá siendo importante.
Tras los pasos de esos canteranos, un puñado de jugadores escribe ahora un futuro ilusionante, con vistas al primer equipo. Pau Sans, Alberto Vaquero, Juan Sebastián, Adrián Liso, Chema Aragüés, Guillermo Acín y Pablo Cortés toman un testigo que nunca debería acabarse. También Marcos Baselga tendrá más minutos en Murcia, por mucho que haya una nueva cesión a la vuelta de la esquina.
La cantera que viene
Pau Sans representa el fútbol de barrio, el gol que se improvisa en la calle. Su aparición alegró partidos tristes en el curso pasado. Se quedó a un dedo de marcar en su estreno y todo indica que resolverá esa asignatura pendiente en el curso que empezará en agosto. Antes, tendrá que superar una lesión que le ha impedido viajar al stage del Pinatar.
Los que si estarán en esos ensayos son Guillermo Acín en la portería, Juan Sebastián en el lateral, Alberto Vaquero en el inicio de la jugada, Marcos Cuenca en punta y con Pablo Cortés, Adrián Liso y Chema Aragüés en los extremos. Los tres últimos merecen un capítulo aparte, quizá porque representan virtudes específicas, cualidades cada vez más difíciles de encontrar en la élite del juego.
Chema Aragüés se estrenó en el primer equipo frente al CD Teruel. Actuó como titular, cerca del perfil diestro y no le afectaron los nervios del debut. Tiene zancada y centro, una lectura brillante del juego y capacidad para sorprender y marcar. Conduce sin miedo y desborda elegante, con la pose de un futbolista moderno.
En el perfil contrario, Adrián Liso mostró su regate y su valentía. Arriesgó y encaró siempre, guiado por su zurda y una carrera explosiva. Pablo Cortés, más maduro, está ante una nueva oportunidad. El canterano es un diez, un futbolista distinto. Tiene talento, un gran golpeo de balón y magia en espacios reducidos. Escribá cree en su fútbol y, a falta de incorporaciones en ese lugar, le ve como el relevo más natural de Sergio Bermejo.
Alberto Vaquero muestra su inteligencia en un sitio que no es el suyo. Con físico para las disputas y pie para la salida del juego, cumple como central. El medio está plagado de opciones y Vaquero ha entendido que su evolución pasa por adaptarse a contextos muy distintos. Como central y en compañía de Francés, el juego se aclaró siempre que partió de sus botas. A la espera está también Juan Sebastián, capaz de progresar por la banda, con una carrera poderosa y veloz.
Mientras Cordero planea los siguientes movimientos en el mercado, la afición se ilusiona con los descubrimientos que parten de La Ciudad Deportiva, capaces de llenar el once que terminó el partido en Teruel con nueve futbolistas. Allí, en ese lugar de la historia, aparece un amplio abanico de jugadores, con soluciones infinitas para la institución. El futuro del Real Zaragoza no se entiende sin las huellas de su cantera.