ZARAGOZA | La presentación de Víctor Fernández será recordada para siempre. La emoción interrumpió su discurso en dos ocasiones y el técnico fue noticia a escala nacional. Las lágrimas no son habituales en las bienvenidas de los entrenadores, pero sí que se admiten en las despedidas. Ahí se encuentra una razón que justifica su emotividad. No ha hecho falta que Víctor volviera de nuevo, porque en el fondo él nunca se había ido.
Como el fútbol se nutre de grandes paradojas, el martes vivimos una muy especial. El tipo de los discursos, de las grandes frases, dejó una huella imborrable el día en el que no pudo hablar. Víctor siempre fue distinto a todos los demás. Y el martes dijo mucho en todo lo que dijo, pero mucho más en todo lo que no pudo decir. Consiguió que donde no llegaran las palabras, aparecieran los sentimientos. Y eso era exactamente lo que la afición quería vivir.
Víctor Fernández pertenece a otro fútbol. A un juego en el que no se habla de contextos, de intervalos, de bloques bajos o de la activación tras pérdida. Defiende el juego original, un fútbol que emocione y que premie a los valientes. Y eso garantiza que en las próximas jornadas veremos a un Zaragoza mejor, más atrevido y sin amarres, dueño al menos de su suerte.
Puro Víctor Fernández ❤️🔥 pic.twitter.com/73htTxbU7m
— Real Zaragoza 🦁 (@RealZaragoza) March 12, 2024
Sus comparecencias no serán siempre tan emotivas, pero hay una certeza absoluta en su discurso: Víctor Fernández nunca será un robot. Y hay algo muy emocionante en descubrir que las leyendas también lloran. Que no solo viven en el altar, que son de carne y hueso. No hay nada más humano que la emoción y ninguna fuerza parece tan poderosa como el sentimiento. También en el fútbol.
Algunos quedaron preocupados ante las confesiones del técnico. La pandemia le dejó vacío y a estas alturas aún no sabe la energía que tendrá para el futuro. Ante esa incógnita, Víctor Fernández ha elegido el mejor compañero de viaje, David Navarro, y un cuerpo técnico plagado de aragoneses. En ellos se ve a sí mismo, al técnico ganador y ambicioso que fue en sus inicios. Hay una gran lectura en ese movimiento y una humildad poco frecuente. Si el fútbol ofrece espacios vacíos, el técnico los llenará con sus asistentes. Además, su zona de seguridad, el punto en el que su control emocional se mantuvo, fue precisamente cuando habló del juego y de todos sus matices. Y eso debería ser esperanza para los que encontraron dudas.
El técnico del Barrio Óliver firmó una comparecencia para la historia. Víctor Fernández no es ya un entrenador de fútbol, pero sí el mejor entrenador para el Real Zaragoza. Y ni siquiera hace falta que sea el que fue, mientras siga siendo él mismo.