ZARAGOZA | En tiempo de presentaciones y de nuevos fichajes, el Real Zaragoza anuncia este miércoles algunas de las novedades en su estructura deportiva. Víctor Fernández sigue al frente de un cuerpo técnico en el que encuentra grandes acompañantes, referentes que llegaron a emocionarle. David Navarro está en ese lugar de la escena, cada vez más líder, dueño hoy de las frases que conducen los entrenamientos. Miki Lampre continúa en la preparación física, Mikel Insausti como entrenador de porteros y Javi Suárez se mantiene como entrenador asistente, como una referencia inevitable para los futbolistas.
La estructura médica quedó en un lugar delicado en el curso pasado y la renovación afecta también al equipo de fisioterapia. El plano facultativo no registra tantas alteraciones y preserva a Ireneo de Los Mártires como jefe de los servicios. El grupo de fisioterapeutas del conjunto maño estarán compuesto por Jesús Dueñas, David Lahoz, Juan Carlos Palacio, Daniel Pardos e Ignacio Cortés, y Raúl Luzón cumplirá el rol de nutricionista un año más. Al mismo tiempo, Carlos Martín continuará siendo el podólogo del equipo, Antonio Hernández y Francisco Ramiro los utilleros, y Alberto Belsué el delegado.
Por otro lado, la reestructuración del cuerpo técnico afecta también al área de análisis, en la que Sosa ha sido relevado de su lugar en el primer equipo.
En busca de una mejora en el plano físico, aparecen nuevos perfiles, modernos, adaptados también a la competición actual. En ese lugar de la escena, la llegada de Pablo Quílez es uno de los perfiles más interesantes. Actuará en este caso como entrenador asistente y su aparición en La Romareda merece en esta pieza un capítulo aparte.
Pablo Quílez, novedad en el cuerpo técnico
Quílez fue el preparador físico de Raúl Jardiel en su etapa en el Teruel. El técnico es uno de los perfiles más brillantes del fútbol aragonés y acaba de asumir un reto ilusionante: el banquillo del Arenteiro. Desde ese lugar, Jardiel improvisa un retrato de Pablo Quílez, que cumple un viejo sueño en el presente: trabajar en el equipo de su vida.
“Pablo Quílez es una persona tremendamente capaz, un profesional como una casa. Tiene muchos conocimientos en preparación física y está muy formado en últimas tendencias de entrenamiento. Creo que hace una cosa muy bien: relaciona todos sus conocimientos al sitio en el que está y al perfil de los jugadores”. Le dice Jardiel a este medio. El trabajo de Quílez se centra también en la lectura del contexto, en su capacidad para trazar puntos en común con el futbolista: “Es una persona versátil. Está muy preparado pero tiene una mirada muy abierta y lo acompaña de habilidades que se entienden en el día a día. Sabe tratar a cada jugador, empatiza, lo entiende, sabe ponerse en su piel. Consigue que los futbolistas estén cómodos a su lado y en un gran punto de forma”.
Natural de Montañana, Quílez compartirá ahora experiencias con uno de los símbolos del zaragocismo: Víctor Fernández. Le cubrirá en la sombra, en ese punto en el que se acentúa el trabajo constante y silencioso. De alguna forma, representa el valor esencial que siempre tuvieron los modestos en este juego. La preparación alejada del ruido, una metodología moderna y flexible. Antes de cerrar, la voz que da sentido a esta pieza deja una última aportación: “Pablo Quílez es una persona muy de club, de estructura, que sabe adaptarse. Y es un seguidor incondicional del Real Zaragoza, de los que ha ido a La Romareda desde niño. Desprende zaragocismo por todos sus poros”.